Falta de prudencia

Falta de prudencia

Un proyecto que tiene la finalidad de unificar las elecciones presidenciales con las congresuales y municipales podría ser conocido prontamente por los legisladores. El alegato principal descansa en que es perjudicial para el país, en los órdenes económico, político y social, envolverse en procesos eleccionarios cada dos años, afectando, de paso, la tranquilidad de la ciudadanía.

Desde ese punto de vista todos los dominicanos debemos aplaudir esa preocupación de los congresistas envueltos en el proyecto de referencia. Pero ahí no termina el asunto (y viene la parte nociva), porque se pretende extender el período a seis años, pese a que los artículos 21 y 24 de la Constitución de la República establecen claramente que los senadores y los diputados se escogen por cuatro años.

Pienso que los legisladores que se atreven a formular algo similar no se sienten seguros de ser reelectos por sus respectivas demarcaciones geográficas. Porque aquellos que han realizado buena labor congresual, en beneficio sobre todo de sus comunidades, no tienen problema y serían ratificados nuevamente en ese principal poder del Estado.

Pero el asunto involucra, además, un aspecto de carácter ético, porque los senadores y los diputados no deben legislar para su provecho personal.

Apruebo la inquietud de esos congresistas que abogan por la celebración de las consultas electorales en una misma fecha, aunque podrían realizarse separadamente y con un margen de tiempo de 45 días, pero la forma en que se plantea, extendiendo el actual período, no es la más viable y sus propulsores exponen su imagen al cuestionamiento público.

No es prudente, de igual forma, aprovechar la distracción en que se encuentra la opinión pública nacional, ante el proceso eleccionario a desarrollarse en los próximos días, para conocer un asunto de esa naturaleza. Sería una especie de «palo asechado», que provocaría un escándalo que en nada beneficiaría a los legisladores.

Una forma de evitar escándalos es actuando con prudencia. Y la prudencia aconseja que la Constitución de la República, ante la hipótesis de reformarse, debía de introducir una serie de aspectos encaminados a modernizar a nuestros poderes públicos, actualizando y adecuando a los nuevos tiempos a nuestras instituciones. Y dentro de ese conjunto de reformas se puede colar (¡como no!) la unificación, en término de tiempo, de los certámenes electorales.

De todos modos, si se pretende cocinar el referido proyecto de forma particular, por lo menos que se esperen los meses de junio y julio, donde la mente de la gente estaría más despejada. Y para que esos jóvenes legisladores que maduran ese proyecto no «se quemen» ante el pueblo les sugiero, de buena fe, que una propuesta viable podría ser la de escoger a los próximos senadores y diputados por un período de sólo dos años. Así se unifican los comicios, cuya necesidad se justifica, y en lo adelante toda elección sería por cuatro años. Como siempre.

La prudencia es la mejor consejera. No se puede tomar un momento de elecciones, subestimando la inteligencia de la gente, bajo la creencia errada de que el asunto pasaría desapercibido, para conocer un proyecto que afecta a tantos intereses. Fácilmente, con el escándalo que provocaría, se revierte en contra de los autores del proyecto.

Se trata de un proyecto que debe conocerse en el tiempo oportuno y que demanda de buena motivación y ponderaciones convincentes y, lo que es más importante aún, que goce del consenso de los partidos mayoritarios y minoritarios. Para confirmar ese consenso sería idóneo que previamente se celebren vistas públicas. Y ahí expone todo el que quiera, sin gato entre macuto.

La forma en que lo planteo sólo procura la mayor transparencia posible, sin beneficiar ni perjudicar a ningún sector político determinado, en un país donde ha sido tradición que proyectos de esta naturaleza generen grandes suspicacias. Si partimos de la experiencia habría espacio a las enmiendas y de esa forma no nos exponemos a la comisión de nuevos y más errores.

Hay que reconocer que el Congreso Nacional ha mejorado su imagen pública. Que Jesús Vásquez y Alfredo Pacheco, presidentes del Senado y la Cámara de Diputados respectivamente, han hecho muy buena gestión y que ante esa razón los resultados de las encuestas revelan que ya la gente no piensas igual a años atrás con respecto a esos hemiciclos que conforman el Poder Legislativo.

No se debe «desbaratar con los pies lo que se ha hecho con las manos», dice una vieja máxima popular. Y ella se ajusta, como el anillo al dedo, al Congreso Nacional, donde debe de imperar la sensatez y la prudencia de parte de los legisladores.

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