Falta de sueño

Falta de sueño

Molestos en la madrugada debido al copioso sudor que empapa colchón, sábanas y almohada (y hasta a la propia pareja), el sofocante calor de estos días de verano en la habitación más el desesperante zumbido de los mosquitos que no se despegan de nuestros torturados oídos, nos incorpora de mala manera a abrir las ventanas de las habitación y a sentarnos al borde de la cama con la mirada perdida en la oscuridad mascullando un sinnúmero de maldiciones al kilométrico apagón que nos hará imposible conciliar nuevamente el sueño.

Y noches como la antes descritas son todas y cada una de las que padecemos en este martirologio denominado República Dominicana en el siglo XXI bajo el gobierno de un presidente sembrador que nos ha sembrado a todos hasta el cuello, no sabiendo con certeza como vamos a salir de semejante berenjenal, pero mucho menos como lograremos conciliar un sueño tranquilo después que los presentes especímenes traspasen el poder.

Pero volviendo con el sueño, los especialistas de la conducta dicen de esa función (la que por otra parte ocupa un tercio de nuestra vida y en la que nuestro cuerpo descansa mientras que nuestra mente se desconecta de esta realidad abriéndose a otra, la dimensión del inconsciente), sin que aún al día de hoy se sepa a ciencia cierta para qué sirve, es sin duda alguna la actividad que más energetiza y vitaliza a todas las personas que aún respiramos en este planeta.

Se sabe que durante el sueño se producen una serie de cambios metabólicos importantes en donde las células renuevan su accionar y produciendo cambios satisfactorios al organismo, como lo serían para las etapas diurnas de una mejor digestión, una efectiva circulación sanguínea y presión arterial normal, una mejor concentración, menos nerviosismo y stress, amén de enfrentar la vida con mayor vigor y optimismo.

La falta de sueño, como se sabe y ha sido conocimiento desde épocas inmemoriales, es causa de que las personas sucumban a severos problemas nerviosos, la locura y hasta la misma muerte. Y como dato curioso, les diremos que una de las torturas preferidas por terrible en el medioevo, época que fue crisol de aberrantes crueldades, era engrillar a la víctima de pie, y cuando ésta por cansancio cedía al sueño, se la despertaba de manera violenta, una y otra vez, tantas, que el reo enloquecido y a su vez liberado, ponía fin a su propia existencia.

Hoy, aquí, en este pobre e infortunado país a la enésima potencia, pedestremente manejando por «el presidente sembrador», el sueño, esa actividad natural tan vital para existir como entes humanos normales, es una cosa harto imposible por los casi infinitos apagones (o más bien deberíamos decir de que la energía eléctrica dejó de existir, pues «el sembrador» ha creado una gran máquina del tiempo y en cuatro años nos ha devuelto automáticamente del siglo XXI en el que estamos, el siglo XVII de las devastaciones de Osorio), convirtiendo nuestra mísera vida en una paráfrasis del famoso título de Calderón de la Barca, es decir, de que la vida es una pesadilla.

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