Falta humanidad

Falta humanidad

“Platero y yo” la inmortal obra del poeta español Juan Ramón Jiménez, tiene un epígrafe que se refiere a la primera edad, a la niñez, como: “la edad de oro”.

El inmenso José Martí tituló uno de sus libros más frescos, más llenos de enseñanzas fundamentales para los niños, con el título que Juan Ramón Jiménez dice que es del poeta Novalis: “La edad de oro”

Un niño es una esperanza viva.

Una sonrisa que contagia.

Una alegre carcajada que brota sin que nadie sepa por qué.

Una semilla cuyo desarrollo está en manos de experiencias, consejas, sabiduría, costumbres, tradiciones, ejemplos, cultura, enseñanzas, mimos, historias.

El inicio de una vida responsabilidad de todos, de sus padres y abuelos, de tíos, primos, maestros, amigos, instructores, profesores, vecinos. Es un ser que necesita toda la ayuda que se le debe prestar para que se desarrolle como un árbol fuerte, enhiesto, capaz de resistir cualquier tempestad, no importa la velocidad de los vientos. Es una biblioteca que espera por los libros. Un campeón a quien se debe entrenar para que compita con lealtad y tesón. Un científico en desarrollo cuya proyección necesita dar los primeros pasos agarrados de una mano fuerte que le enseñe que siempre que se caiga tiene que levantarse para poder triunfar.

Puede ser el detonante de cuán deshumanizada está una sociedad donde lo único importante o lo más importante es el dinero.

Cuando el bienestar de una persona, de una familia de una comunidad se basa en “cuánto tienes, cuánto vales” obviamente se transita por caminos que no son los indicados.

Los planes de seguridad social han sido creados para que los cuidados de la salud sean universales.

De ahí que si alguien se roba los fondos de la seguridad social, en cualquiera de sus manifestaciones, debe ser traducido a los tribunales para que lo sancionen y no debe salir de la cárcel hasta devolver el último centavo robado.

Una enfermedad de las llamadas catastróficas, aquellas que han colocado al enfermo al borde de la muerte, puede acabar y ocurre día a día, con el patrimonio de una familia de clase media.

Médicos hay que actúan como prestamistas del tiempo de los garroteros que facilitaban el dinero con un interés de 20 por ciento semanal. No les importa si la gente tiene que vender su casa de habitación para pagar sus servicios. Lo importante es cobrar y cobrar mucho.

Un niño dominicano, Remny Pérez, murió porque un hospital de Manhattan, Nueva York, no le hizo un trasplante de hígado. El niño no tenía seguro médico. Nadie tenía para pagar por él. Solo su madre iba a donarle una parte de su hígado a su niño.

Había una de dos soluciones: realizar la operación por humanidad o pagar la operación de Remny Pérez con la vida de uno de los soldados de origen dominicano que han muerto en Irak.

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