Falta una revolución cultural

Falta una revolución cultural

JOSÉ R. MARTÍNEZ BURGOS
Estamos inmersos en un mar de confusiones, pero nadie lanza la primera piedra que produzca el escándalo de la limpieza tan necesaria de nuestra sociedad, no es cuestión de «fórmulas para levantar ronchas en las conciencias», es cuestión de definiciones, el asunto no es comentar en las tertulias de amigos, el problema está tomar el toro por los cuernos, y manos a la obra, que la justicia, el ministerio público tome la decisión en contra de los prevaricadores del ayer, y si los hay ahora también.

 El asunto es sanear la sociedad. La cárcel es el centro de salud ideal para curar a los corruptos. El miedo latente que todos poseemos como consecuencia de la tiranía trujillista hay que expulsarlo si queremos salvar al país de la podredumbre.

Nuestro país requiere, a todos los niveles, una revolución cultural verdadera, dinámica, que transforme las estructuras políticas sin ismos de ninguna clase, que elimine la corrupción, porque una «cultura corrupta producirá un pueblo corrupto y viceversa», estamos al borde del abismo; actuemos ahora, todavía estamos a tiempo; hay que tener presente lo que dijo el periodista español José Luis Gutiérrez: «Las democracias no son efectivamente colectivas de arcángeles y la corrupción también abunda y anida en ellas. Nadie es perfecto. Pero, a diferencia de las dictaduras, lo que sí tienen las democracias occidentales son los mecanismos de control y fiscalización para evitar que tales casos de corrupción se produzcan en el silencio y la impunidad y que, si así ocurre, los responsables sean social y políticamente sancionados».

Como puede deducirse es necesario crear los mecanismos de control, que puedan con facilidad determinar mediante la investigación correspondiente los responsales de actos corruptos, los cuales deben de inmediato ser llevados al banquillo de la justicia, la cual deberá condenarlos sin debilidades, sin componendas de aposentos ni influencias trasnochadas, como sucede frecuentemente con la especulación, que, como una danza de bellas doncellas es cortejada y millones de pesos entran deslumbrante, sacrificando a un pueblo sin trabajo que se muere a pedazos y nadie tiene compasión por él. En los casos que se ventilan actualmente en los tribunales de la República han hecho su aparición defensores de parte de políticos, analistas de diarios y otros medios de comunicación, los cuales son defensores ingenuos de la corrupción; pretenden señalar que las denuncias de las situaciones específicas que se dilucidan en los tribunales proceden de elementos puritanos embarcados en una empañada de moralidad pública, lo cual en verdad demuestra que se necesita, sin lugar a dudas, un atrevimiento muy audaz para presentar se ante la opinión pública defendiendo planteamientos de esa naturaleza que no son otra cosa que majaderías, todo porque estos sujetos creen que en este país nunca pasa nada. ¡Pero cuán equivocados están! La nación ya no es la del año 1962, cuando se confiscaron bienes a los testaferros de Trujillo y luego les fueron devueltos; el país ha dado un vuelco de 180 grados, que es irreversible, y el ajuste de cuentas ha de ser una realidad. Ya la etapa de la venta de canonjías y de conciencias ha sido superada, hay una juventud emergente en acecho sin ínfulas revolucionarias que espera su turno hace mucho tiempo, que está asqueada y quiere respirar en un ambiente que no esté oliente a cloacas y zafacones. Por consiguiente, todo debe quedar esclarecido. Esperemos la respuesta del 16 de Mayo de 2006; no hay porque desesperarnos ni escandalizarnos. Confiemos en la prudencia del pueblo y en su sabiduría natural.

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