Falta visión de futuro

Falta visión de futuro

Inmersos como estamos en una aguda crisis política, económica y social, es natural que los dominicanos responsabilicemos a las presentes autoridades que conducen las riendas del Estado.

Sin duda alguna que los actuales gobernantes tienen una gran dosis de responsabilidad por la situación en que nos encontramos, tanto por sus acres disputas divisionistas como por sus yerros en la conducción económica del país, amén de haber incumplido con sus reiteradas promesas de solución de los más acuciantes problemas nacionales, además del asunto de la promesa quebrantada de la no reelección. Nos perturba, por igual, que actualmente nuestros líderes políticos no han ofrecido una clara visión del futuro, elemento esencial para devolverle a la población un asidero concreto en que basar sus esperanzas de que las cosas no solamente han de mejorar, sino también que serán erradicadas las causas que han impedido la institucionalización del país y la construcción de una sociedad más justa.

Los actuales gobernantes, que pretenden continuar en el poder, señalan las obras construidas y sus esfuerzos por auxiliar las capas sociales más necesitadas, al tiempo que aprovechan la ocasión para culpar a «algunos ricos y oligarcas» por la crisis económica que sufrimos, añadiendo demagógicamente que acabarán con la pobreza. Los que lucen con mayores posibilidades electorales para el próximo 16 de mayo, el PLD, mencionan un positivo desempeño económico en el período presidencial anterior lo que, según ellos, es una garantía de que podrán manejar las cosas mejor que los llamados «pepehachistas». Y los reformistas basan su propuesta, como fieles discípulos del doctor Joaquín Balaguer, en emular las políticas que utilizó su caudillo desaparecido.

Los graves problemas que enfrentamos los dominicanos requieren de una estrategia que se apoye en un plan que se elabore y gestione con una clara visión de los elementos que han de convertir a nuestro país en un verdadero estado democrático, con una sólida economía y con justicia social. Lo primero es contar con un Estado que sepa gerenciar los conocimientos para aplicarlos de la forma más efectiva posible, para lo cual se necesitará una actuación mancomunada entre el Estado y el empresariado, así como con los centros e institutos de educación superior. La grandeza de los Estados Unidos ha radicado precisamente en el manejo de la información y del conocimiento para su propio bienestar. Ahora bien, una nación no puede pretender pasar de la pobreza a la riqueza sin que cuente con generadores de riqueza -empresarios- que acumulen capital, aunque en sus comienzos no sea todo lo justiciero posible. El mismo Karl Marx lo reconoció en sus escritos: el capitalismo debe desarrollarse hasta un punto en que la riqueza acumulada pueda ser distribuida, de lo contrario lo que se repartirá será la pobreza. Por tal motivo, creo utópico el pensar que nuestro país está en condiciones de establecer un socialismo, aunque se le llame democrático. Primero debemos crear la riqueza mediante métodos productivos capitalistas. ¿O es que existen métodos productivos socialistas que generen y acumulen riqueza?

Conjuntamente con la creación de nuevas fuentes de trabajo y de riqueza, debemos educar a nuestra población para convertirla en engranajes conscientes del sistema productivo competitivo, en el que el desarrollo de destrezas y habilidades técnicas se impulsen, al mismo tiempo que se haga lo mismo con la formación en los valores éticos, lo que hace posible una ciudadanía responsable y solidaria dentro de un esquema democrático. El desarrollo tecnológico sostenible se hace viable cuando existen canales abiertos y asequibles para el ingenio, la innovación y el cambio. Para lograr esto se necesita tiempo, pero sobre todo una visión de futuro con su correspondiente estrategia. La visión cortoplacista que han tenido nuestros líderes no garantiza el desarrollo y mucho menos la eliminación de la pobreza. Esa visión de futuro es la que debieran estar articulando nuestros dirigentes políticos. Y en caso de que no lo hiciesen, corresponde a los dirigentes de la sociedad civil demandarlo y, de ser necesario, presentarlo con una contribución al desarrollo y a la paz social dominicana.

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