Estos tiempos han sido descritos por Gilles Lipovetsky en varias de sus obras, especialmente en La era del vacío, relacionando la sociedad actual con temas como el egoísmo, el individualismo indiferente y extremo, la cultura del consumismo, el abandono de los valores tradicionales, la pérdida de la conciencia histórica, el amor a la moda y a lo efímero.
Es en esa verdadera era del vacío que vive la humanidad que nos encontramos con cierto tipo de personas que parecieran ser parte de especies en proceso de extinción. Tal es el caso del joven Luis Carlos Jiménez Hernández, quien recientemente al transportarse en su vehículo se detiene en la intersección de la avenida 27 de Febrero con Máximo Gómez del Distrito Nacional al ver el cuerpo tirado en el suelo de una joven embarazada, menor de edad y estudiante de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, quien luego de tratar de suicidarse, milagrosamente se mantiene con vida, aunque no así la persona que llevaba en su vientre.
El joven Luis Carlos, estudiante de medicina en UNIBE, sin pretenderlo, se ha convertido en el buen samaritano de estos tiempos y un paradigma casi inexistente de esta sociedad, pues mientras otros enajenados por la era del vacío prefirieron ser parte del show de lo superfluo y lo vano, grabando vídeos y tomando fotos del moribundo cuerpo de la joven menor de edad, este joven actuó en favor de la esencia y existencia parafraseando a Soren Kierkegaard y se dedicó a la persona.
Probablemente si nuestros ancestros volvieran a la vida y vieran los ciudadanos del mundo en que nos hemos convertido, luego de sorprenderse por el hecho de ver cómo a lo bueno llamamos malo y a lo malo llamamos bueno, nos dirían: lo hecho por Luis Carlos es lo normal, por qué se maravillan de esa acción? No tengo dudas que al unísono les responderíamos a nuestros antepasados que ya no, ya eso no es lo normal, ya no hay tiempo para ser humano, ya pasamos a ser tan sólo cifras insensibles.