En las calles de diferentes provincias del país se observa a niños, niñas y adolescentes en situación de calle. Población infantil y adolescente desprotegida y vulnerable ante múltiples situaciones de riesgos y abusos, perteneciente al sector poblacional de pobreza extrema.
Su situación muchas veces es una mezcla familia-calle sin límites precisos de rupturas entre uno y otro espacio. Encontrarlos en las calles vendiendo distintos artículos, limpiando zapatos, durmiendo o pidiendo para comer no necesariamente significa que carecen de un tejido familiar. A veces “entran y salen”; “salen” por un tiempo para sobrevivir o por ser víctimas en círculos de violencia intrafamiliar y/o de género donde sus madres son víctimas o sobrevivientes.
A pesar de estar aparentemente “sin familia”, niños, niñas y adolecentes en situación de calle no se califican como tal.
“En la familia está la gente que tiene relación con uno de siempre aunque no viva conmigo”. “Mi familia es la gente con quien yo puedo contar, no viven conmigo ahora, pero han vivido y vivirán”. “Aunque mi madre no viva conmigo ella está en la capital trabajando y ella está pendiente de mí”.
Estas citas extraídas de entrevistas realizadas a esta población muestra que la familia para ellos/as trasciende el hogar y tiene un alto contenido de sostén afectivo.
“Yo me fui de mi casa porque mi papá le daba golpes a mi mamá, ella también se fue de la casa y se fue a trabajar a una casa de familia”.
La violencia de género y los feminicidios se convierten en un factor importante de expulsión de niños, niñas y adolescentes a la calle.
“Los problemas con la familia se convierten en la causa principal de la frustración y el malestar de los-as NNA, facilitando su salida a la calle. Muchos casos es la vivencia de situaciones de violencia en el seno familiar. Violencia que ellos mismos pueden sufrir, o de la cual pueden ser testigos. Por ejemplo maltratos, amenazas o insultos del padre hacia la madre, peleas entre hermanos, o de los padres hacia algún hijo o hija.” (Niños del Camino, 2010: 60).
Las políticas públicas dirigidas a la protección de la niñez deben estar articuladas a los programas de prevención de violencia de género y feminicidios. La violencia de género no solo afecta a las mujeres sino también a sus hijos e hijas.
Tanto el sistema de protección de la niñez, las instituciones gubernamentales y no-gubernamentales deben intervenir en su situación. Igualmente, toda la ciudadanía debe romper con la visión de ver en ellos/as una amenaza y un estorbo y ver su realidad con responsabilidad social.