Familia y sexualidad

Familia y sexualidad

La consternación social por el caso de Emely ha generado muchas interrogantes y especulaciones sobre la realidad de la adolescencia-sexualidad y la responsabilidad familiar.
Nuestra sociedad tiende a ver la familia como principal responsable de los problemas sociales y la mirada a las tragedias tiende a bañarse de culpabilizaciones individuales y personales con el dedo acusatorio hacia las mujeres-madres y hacia la adolescencia.
En varios estudios que hemos realizado y que han realizado distintas instituciones e investigadores/as sociales (Conapofa, Profamilia-Cenismi, CESDEM, De Moya, Pérez-Then, Miric, Cáceres, Hasbún, Ramírez entre otros/as…) se presenta un elemento recurrente, las barreras, tabúes y vacíospresentes en familias tanto en estratos medios como pobres para orientar sus hijos e hijas en su niñez y adolescencia en el manejo del cuerpo y la sexualidad.
Muchas familias desconocen la realidad cotidiana de sus hijos e hijas, son sorprendidas con casos de embarazo no-deseado, abortos provocados en forma clandestina y uniones tempranas que no saben cómo manejarlos y reaccionan en forma violenta contra sus hijos e hijas. Adolescentes embarazadas y/o madres, así como padres adolescentes reconocen que nunca dialogaron con su familia sobre su sexualidad. Solo identifican regaños, sanciones y prohibiciones contundentes alrededor del tema que las mantuvo en el miedo al diálogo y búsqueda de orientación.
El escenario familiar está desprovisto de información y orientación suficiente para el abordaje del tema y se supone erróneamente que trae como consecuencia su promoción. Muchas madres, padres y personas adultas entrevistadas tienen la idea errónea de que “hablar de sexo” convierte el tema en atractivo y puede provocar su ejercicio en las adolescentes. Por el contrario, en los casos donde existe el diálogo sincero y abierto con información suficiente sobre cuerpo y sexualidad, así como herramientas de prevención de embarazos no-deseados e ITS-VIH-SIDA, la población adolescente inicia más tarde o se protege.
Gran parte de las personas adultas en nuestra sociedad no recibió educación sexual, una materia ausente histórica y actualmente en nuestro sistema educativo.
La misma visión errónea sobre los efectos de la información y orientación sobre sexualidad en adolescente que tiene la familia, la presentan docentes, orientadores/as y directivos/as de centros. No se enseña a niños, niñas y adolescentes a empoderarse de su cuerpo y a prevenir situaciones de riesgos de abuso sexual, embarazos no-deseados e infecciones de transmisión sexual y VIH-SIDA.

Urge que nuestras familias y centros educativos cambien la lógica restrictiva frente a la educación sexual y la realidad de la adolescencia. Mientras se mantengan estas barreras nuestra población adolescente camina sola, desprotegida y atrapada en callejones sin salida que muchas veces llevan a la desesperación y a la muerte.

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