Familiares de muertos Sánchez sumidos en el dolor y la miseria

Familiares de muertos Sánchez sumidos en el dolor y la miseria

Familiares de la Victima del Accidente Ocurrido en samana los años pasados recuentan como asido su vida después de Ese trágico suceso, estad familia la mayoría viven el sector Santa Capuza de Sánchez provincia samana en foto la señora –Yolanda Capoi Madre de Una de la víctima al lado su hijo que también resulto herido –Hoy Félix de la Cruz 01/04/2017

Olvidados. Sumidos en un dolor que no cesa, tragando saliva para ahogar el llanto y secando las lágrimas que se escapan para seguir adelante en medio de la más cruel miseria, sobreviven los familiares de los 18 miembros de la iglesia evangélica Fe Apostólica fallecidos en un accidente de tránsito en julio pasado cuando fueron impactados por una patana, a su regreso de un culto religioso.
Muchos con heridas físicas por ser sobrevivientes de la tragedia y todos con el alma lacerada buscan cómo sobreponerse y sacar adelante los huérfanos que dejaron las víctimas.
Como el dolor no conoce de leyes ni códigos, la impotencia es el común denominador en esta localidad porque les parece increíble que, a pesar de que les destrozaron la vida, el causante de tanto dolor fue dejado en libertad por el hecho, aunque se le sigue un proceso en los tribunales.
Virginia de los Santos perdió nueve de sus familiares y, en su ignorancia, no comprende la situación legal. “Ha sido un trauma. Ya lo vivimos y pasó porque Dios quiso que pase, pero sí estamos desconcertados porque vemos que no hay justicia. La justicia no está como dándole el seguimiento a ese señor, porque eso fue un crimen”, expresó.
“Mató mujeres embarazadas, adolescentes de 12 años, a mí todavía me da mucho dolor y no puedo hablar. Es una cosa que ese hombre no debe estar suelto”, agregó.
De los Santos dice que la fe la mantiene en pie y no le desea un destino igual que el de sus familiares y vecinos, pero considera que por lo menos el victimario debería estar preso.
Con lágrimas en los ojos, la mujer explicó que el que menos tenía en el evangelio en su familia era su hermano y llevaba 23 años. Dijo que esa tragedia se revive a diario en ella porque otro hermano que viajaba quedó con problemas nerviosos tras la tragedia.
“Si él escucha que alguien habla fuerte se va corriendo como loco. Se quedó con el trauma y un golpe en la cabeza”, indicó.
Dijo que hubo quienes hablaron de un dinero, al parecer de la compañía propietaria de la patana, pero expresó que para ellos no hay compañía que le devuelva a sus hermanos ni los padres a siete huérfanos que ahora deben atender.
Mencionó a una cuñada que quedó con dos niños y todavía no han visto una ayuda. “Ella se mantiene de la gracia de Dios y dos chinchorros de pesca que dejó el marido, otros dos hermanos lo usan y ayudan porque tenemos que levantar esos muchachos como Dios nos ayude”, indicó.
Con voz entrecortada, Margarita de los Santos, hermana de Virginia, dice que perdió a su hija embarazada y su nieta.
De la tragedia dijo que ha quedado con un profundo dolor y muchas deudas, porque ellos tuvieron que enterrar sus muertos y la ayuda fue mínima. “Solo nos dieron una parte de las cajas y una doctora vino un día, no la pude atender y no volvió nadie más”, indicó.
“…Cuando vi esos muertos sin manos, sin pies, eso fue desastroso…”. Miladys María Sánchez, tuvo que buscar entre los cadáveres a su hermana Daniela Sánchez y asegura que aún tiene esas imágenes en su cabeza.
Recordó que la buscó entre los muertos y no estaba porque resultó herida de gravedad y había sido trasladada a un centro de salud de Nagua, donde falleció unos días después a causa de los golpes recibidos.
Destacó que el trauma que tuvo fue tal que ahora debe tomar pastillas indicadas por una psiquiatra que pagó de manera privada para que le ayudara. “Es que para mí fue muy duro. Yo tener que vivir todo eso, subirme en la guagua, tocar los cadáveres con mis propias manos para ver si estaba mi hermana ahí, eso es una cosa terrible”, indicó la señora.
Al igual que las hermanas De los Santos dice sentir impotencia por la forma en que la justicia ha tratado al chofer de la patana. “Yo pienso que una persona así no debería andar suelto y menos conduciendo en la calle”, expresó.
Sobreviviente: “Veníamos cantando”. Yolanda Capois viajaba junto a sus dos hijos, una embarazada, en el camión que los trasladaba del culto. Recuerda que se pararon tres veces en el camino. Atada a su fe dice que en el camino sintieron la presencia de Dios descender y empezaron a llorar y a cantar. Cuenta que el chofer percibió aquello y se detuvo a cinco minutos de donde ocurrió el hecho por última vez antes de ser impactados por la patana.
“Ese vehículo fue donde estábamos, en la curva y nos dio. Recuerdo la luz fuerte y cuando nos impactó dijimos: ¡Señor, gracias! Yo recuerdo cuando caí al suelo, personas muertas a la orilla, el pastor se encogía, fue algo fuerte”, narró.
Dijo que la subieron a una yipeta y la llevaron a San Francisco, donde duró cuatro días sin poder caminar. Poco a poco se ha estado recuperando pero aún espera por una cirugía en su brazo derecho.
Yolanda quedó a cargo de su hijo, de 16 años, herido en el accidente, y de sus dos nietos, de ocho y tres años, que, según dice, todos los días esperan por su mamá.
“En esos días tuvimos buena ayuda. Los pastores de diferentes iglesias, el gobernador, pero de ahí para acá todo se ha acabado y yo tengo que estar viajando dos veces a la semana a San Francisco y a veces a La Vega, que es donde me quieren operar, y ha sido un gasto muy fuerte y solo nos ingresa lo poco que trae mi esposo”, señaló.
Sobre las audiencias dice que les da seguimiento, pero cada vez se encuentran con un nuevo reenvío.
A fuerza de fe. Bernarda Castillo, de 18 años, no recuerda qué pasó en el momento. Traía su cabeza baja, orando, cuando el vehículo fue impactado y lo próximo que recuerda es que estaba en el suelo ensangrentada.
“Yo primero sentía que estaba en un círculo apacible, luego sentí que estaba en el suelo. Sentí que me corría sangre y llevé mi mano a la nuca y se fueron los cuatro dedos por una herida que tenía, luego me toco por otro lado y fue igual”, expresó. Está convencida de haber partido de este mundo cuando era trasladada en una ambulancia y que, tras vivir lo que describe como una experiencia sobrenatural, su alma volvió a su cuerpo.
Con profunda fe y buen estado anímico, Elaine Castillo, de 16 años, asegura que Dios hizo un milagro en ella porque en las condiciones que quedó no se esperaba que sobreviviera. Hoy se traslada en silla de ruedas, pero tiene la seguridad de que su fe y las terapias que recibe le permitirán volver a caminar. Por lo pronto se alegra de que ya pudo volver a su liceo y se muestra optimista con su futuro.

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