Familiares de tripulantes sumergidos en el dolor, tras supuesta explosión de submarino desaparecido

Familiares de tripulantes sumergidos en el dolor, tras supuesta explosión de submarino desaparecido

Buenos Aires. La Armada argentina informó el jueves que el sonido detectado durante la búsqueda del submarino que desapareció con 44 tripulantes es consistente con una explosión no nuclear, un anuncio que puso fin a la esperanza de algunos de los familiares.

Aunque las autoridades dijeron que no especularían sobre las causas y consecuencias de la explosión y que continuarán la búsqueda del submarino ARA San Juan, algunos familiares reaccionaron con rabia y sostuvieron que les ocultaron información.

«Son perversos y nos manipularon. Ellos sabían que el submarino había explotado», dijo a periodistas Itatí Leguizamón, esposa del radarista del submarino German Suárez, a periodistas en la base Naval de Mar del Plata. «No nos dijeron la palabra muertos, ¿pero qué se puede entender’», expresó con enojo.

El vocero de la Armada, capitán Enrique Balbi, dijo que «se recibió una información de un evento anómalo, singular, corto, violento y no nuclear consistente con un explosión», durante una conferencia de prensa en la sede de la Armada en Buenos Aires.

Agregó que este incidente se produjo el miércoles 15 a las 10.31 hora local  a 30 millas náuticas al norte de la última posición reportada por el submarino.

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«Diferentes fuentes, hidrófonos  situados en distintas partes del mar, coinciden. De acuerdo a este informe hubo una explosión», agregó Balbi.

Casi en simultáneo con la conferencia de Balbi escenas de angustia y nervios se sucedían frente a las cámaras de televisión apostadas en la base naval de Mar del Plata, unos 400 kilómetros al sureste de Buenos Aires.

Padres, esposas y hermanos de los tripulantes se abrazaron y lloraron, algunos incluso cayeron de rodillas mirando al cielo en busca de explicaciones.

Uno de ellos, que no se identificó, gritó desde su automóvil a los periodistas «mataron a mi hermano», mientras dos ambulancias de la Armada abandonaron raudamente el lugar llevando a parientes que se habían descompensado tras recibir la noticia.

Algunos familiares se sujetaron entre lágrimas de la valla que rodea la base, donde en días pasados ellos y algunos amigos colgaron banderas argentinas y mensajes de aliento.

El submarino ARA San Juan se comunicó por última vez con tierra el 15 de noviembre cuando navegaba desde Ushuaia, en el extremo austral del país, hacia su base en el puerto de Mar del Plata.

Ese día el capitán del submarino había reportado una avería en su última comunicación, pero según Balbi aquel notificó que «había sido subsanada, informada y continuaba navegando», por lo que evitó relacionarla con la explosión. La nave debía legar el lunes a Mar del Plata.

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«No nos quedó santo por rezar, no nos quedó santo por pedir. Pero cada uno tiene un destino marcado», dijo a periodistas Jesica Gopar, esposa del tripulante Fernando Santilli.

«Las esposas, los hijos nos tenemos que unir, tiene que hacerse justicia». Los pocos familiares que tomaron contacto con la prensa asumieron la muerte de sus seres queridos, pese a que ni la Armada ni el gobierno argentino confirmaron un desenlace trágico.

El vocero de la Armada no quiso hacer conjeturas sobre la causa de la explosión y sostuvo que «hasta que no tengamos ninguna evidencia certera no podemos dar ninguna afirmación concluyente».

Agregó que continuará en el operativo de búsqueda con buques y aeronaves de más de una decena de países. La información sobre el evento anómalo fue suministrada a la Armada por Estados Unidos y la Organización para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares.