Familiares víctimas cuádruple feminicidio no asimilan hecho

Familiares víctimas cuádruple feminicidio no asimilan hecho

La vida de los familiares de las cuatro mujeres asesinadas por Santos Delgado del Carmen ha cambiado radicalmente. Hoy hace 46 días de la terrible tragedia sucedida en el barrio La Toronja, Santo Domingo Este.
Solo los tres hijos huérfanos de Roberta Angomás Céspedes reciben asistencia psicológica en la maternidad de Los Mina. Sin embargo, los demás familiares, entre ellos niños, adolescentes, jóvenes y adultos, mantienen vivo en sus mentes ese fatal momento.
Es que en el lugar donde residían las víctimas del cuádruple feminicidio, la esposa del victimario Roberta Angomás Céspedes, de 37 años; la madre de ella, Agripina Céspedes; una hija de ambos, Yinauri Delgado Angomás, y la vecina, Ana Luisa Ventura Germán, solamente faltan sus cuerpos inertes.
En la calle Ercilia Pepín del barrio Villa Esfuerzo, La Toronja, está la casa cerrada donde ocurrieron los feminicidios. Es la número 16, pintada de azul y con el comienzo de la construcción de un segundo piso. Allí vivía la pareja con sus cuatro hijos; la que asesinó su padre y tres varones de 11, 12 y 21 años de edad.
Los tres hijos del victimario y de la víctima, Roberta, fueron trasladados a otro lugar para residir.
En tanto, siguen en el barrio el esposo de Agripina, padre de Roberta y abuelo de Yinauri. Allí se observan muchos de sus nietos.
Dos de sus nietos, que vivían en la casa donde ocurrió el lamentable hecho, salvaron la vida porque uno de ellos estaba en la escuela y otro salió a buscar unos documentos escolares, de acuerdo relata Miriam Polanco, esposa de Richard Ricardo Angomás Céspedes, un hijo de Agripina y hermano de Roberta.
No asimila su madre murió. Richard cuenta que para él su madre Agripina no está muerta. Por sus mejillas rodaron las lágrimas al narrar cómo ha sido su vida después del 2 de septiembre pasado. Se tuvo que mudar cerca de su padre.
“Estamos solos, sin madre, el que no tiene madre no tiene a nadie. Mi vida no es tan normal, vivo hasta que Dios me lo permita. Esto ha sido duro para nosotros. Mi mamá sigue viva. Yo la veo todos los días, aunque cuando vengo de trabajar no quisiera llegar a mi casa porque no la voy a encontrar”, manifestó.
Dice que sus sentimientos están en cero. “Quizás con el tiempo aceptemos la realidad. Somos tres familias huérfanas. Nosotros que somos seis hermanos; los hijos de mi hermana y los hijos de la vecina”.
Se mudó cerca de su padre para acompañarse en el dolor. Su progenitor le muestra siempre la foto de su madre en un celular y le expresa “mira a mi vieja”. La alimentación y el sueño de todos se han trastornado.
Siente dolor también porque el homicida era como su padre. Nunca imaginó que podía cometer esa acción criminal. No le guarda rencor, tampoco expresa que lo perdona por la comisión del hecho, tras entender que Dios es quien tiene esa potestad y es el que practica la justicia.
No paga ni con la muerte. En tanto, Rainy Reynoso, uno de los dos hijos de la vecina asesinada, dice que el asesino no pagaría ni con la muerte el cuádruple asesinato. Dice que no lo perdona. Cree que el victimario debió ser condenado de una vez por existir las pruebas contundentes y haber admitido la comisión del hecho criminal.
El asesino cumple un año de coerción en la cárcel de La Victoria.
Rainy Reynoso es un joven laborioso que tiene 23 años de edad. Ayer domingo trabajaba en el oficio de diseñador gráfico que aprendió en Infotep. Tiene su negocio propio y todas sus maquinarias, las cuales compró con la ayuda de su madre. Labora de 6:00 a 10 de la mañana como repartidor de periódicos en el diario gratuito El Día.

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