Familias viven hacinadas en  construcción

Familias viven hacinadas en  construcción

Entre los residentes se halla Juanita Encarnación, quien suele recoger leña para cocinar y, como no tiene dónde hacerlo, improvisa una cocina en cualquier lugar de la construcción, con el consecuente riesgo para la salud de todos

POR MARIEN ARISTY C.

Hacinadas, sin ningún tipo de servicios y apostando a que las autoridades pierdan la paciencia y las reubiquen en cualquier otro lugar, las veintiséis familias que residen en el Liceo El Quilombo impiden que la Secretaría de Educación puedan terminar la construcción de esta  obra que está ubicada en Las Caobas.

Aunque algunos de ellos son damnificados del huracán Georges que residían en la cañada de Giajimía, otros han llegado mucho después. Todos, sin embargo, tienen algo en común: no tienen trabajo y viven en condiciones muy precarias.

Y no podría ser de otra forma: la planta física había sido levantada en apenas un 20% cuando las primeras 19 familias llegaron hasta aquí.

Por esa razón es que sus “casas”, que no son más que el espacio de una o dos aulas con pisos de tierra, algunos enseres desgastados y unas   paredes de zinc, cartones o sábanas viejas que no sirven ni para resguardar con decencia la intimidad.

Sin agua ni baños o letrinas, la insalubridad está a la orden del día en este lugar. Para bañarse, cocinar o limpiar los enseres tienen que recurrir a algún vecino que les dé agua, mientras que para beber usan el agua de lluvia o de la misma llave.

Más grave aún es escuchar que muchos   hacen sus necesidades fisiológicas en los maizales o montes contiguos. Los más pudorosos, explicaron, recurren a un método más ortodoxo: las hacen dentro de sus casas, en bacinillas o fundas plásticas, y posteriormente las tiran  al monte.

Al hacerlo, olvidan que cuando llueve las aguas le traerán de vuelta todo cuando han lanzado. A eso se sumarán las aguas sucias que salen del hoyo de la cloaca que está ubicada justo enfrente y no tiene tapa.

La basura es otro de los  problemas que deben enfrentar. Sin depósitos ni nada parecido, muchos la dejan  tirada en lo que sería el patio interior de la edificación.

Es así como los niños desnudos, sucios y descalzos juegan codo a codo con los desperdicios.

Pero, ¿qué otra cosa se puede hacer? Algunos afirman que tienen mejores maneras: queman su basura con regularidad y, en caso de que se les acumule demasiada, la llevan hasta la cañada de Guajimía.

MUCHAS VIDAS, UNA HISTORIA

De las veintiséis familias que residen en la actualidad en El Quilombo solo hay seis que llegaron con el ciclón Georges.

Los demás, con tres, cuatro y cinco años, se fueron sumando porque tampoco tenían dónde vivir ni cómo pagar un alquiler.

Las últimas en llegar, con seis meses, cuentan que no tienen trabajo y por eso decidieron llegar hasta aquí, donde los vecinos las dejaron quedarse.

 Una de ellas es Judith Caminero, embarazada de cuatro meses, quien reside con su marido Jaime Brasié y su bebé de  nueve meses, Eliany Caminero.

 La segunda es Elena Rosario Medina, quien hasta hace siete meses trabajaba en los Comedores Económicos. Ella vive aquí con su hija Yudelka Rosario Medina, de 19 años; y su nieta Yuleisy de la Cruz, de tres  años.

 En cuanto a los que llegaron por culpa del huraán  Georges, se destacan Gerardo Cuevas Reyes, Rosa de León, Carlos Cuevas, Narcisa Manueta y Noelia Martínez, quien ha improvisado un modesto colmadito en el espacio que  ocupa.

Esta última es la que en peor condición vive: frente a la puerta de su morada hay unas tremendas filtraciones que provocan un tremendo lodazal desde que llueve.

Quien mejor vive es  Cristiano Matos de la Cruz, quien  manifestó  que ha “acomodado su propiedad” con el paso de los años.

Gracias a ello, posee lo que cualquier otro tendría: desde un componente de música hasta un horno de microondas.

Habla educación

Los planes de entregarle este liceo a los habitantes de Santo Domingo Oeste, tal como explicó el director de edificaciones escolares, Walid Chami Isa, datan de viejo.

El liceo se comenzó a construir en  el año 1996, es decir, en la primera gestión  del presidente Leonel Fernández.

Tras explicar que esa construcción fue iniciada por  la Oficina Supervisora de Obras del Estado, Chami Isa señaló que cuando ellos se enteraron de la situación del liceo intentaron negociar con los invasores.

El problema fue, se quejó, de que en cada visita aumentaba el número de habitantes. Cada vez que regresaban encontraban más.

Respecto al presupuesto establecido para terminar la obra, que estaría lista de seis a ocho meses después de ser iniciada.

Chami Isa dijo que es de RD$37 millones. De ellos, precisó,  se han  avanzado RD$8 millones.

El total de aulas que aportaría la nueva cosntrucción es de 24.

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