Fantasía italiana

Fantasía italiana

Unos más otros menos, pero todo el que realiza un viaje trasatlántico padece de alguna manera del “jet lag”, ocurre cuando los ritmos circadianos utilizan una escala de tiempo que no se corresponde con el ciclo día-noche en el mundo exterior. El cerebro dispone de un reloj interno de control que normalmente fija los ritmos para la temperatura corporal, el hambre, los sueños.

Durante el “jet lag”, estos ritmos dejan  de estar sincronizados  y pueden presentarse los síntomas que reconocemos: dificultad para conciliar el sueño, somnolencia, pérdida de la atención y problemas digestivos. Esto fue mencionado por primera vez en el 1931, cuando dos pioneros de la aviación Willy Post y Harold Gatty, volaron alrededor del mundo en menos de nueve días.

Llegados a Roma, y luego de cumplir con los compromisos científicos, en mi condición de Presidente del Club de la Epilepsia, volvimos a disfrutar a Roma en todo su esplendor.  Fue grato volver a pisar tierra italiana y escuchar su lengua clara y cantarina, en el Salone Margherita, presentaban la ópera La Traviata. Encantadora y romántica, la antigua ciudad nos brindó un tiempo de buen sol y brisa fresca, ideal para las grandes caminatas que realizamos. Recuerdo que en una pasada visita fueron días de lluvia.

Debo reconocer que mi devoción por la “Ciudad Eterna”, empezó desde mi infancia muy temprana, recuerdo leer  en mi casa la revista Billiken, y me impresionó la historia del rapto de las Sabinas.  Fuimos de los seis millones de visitantes que recibe la ciudad anualmente. Tiene una infinidad de tesoros y de sitios de interés, que son muchos los días para poder disfrutarlos. Veamos un ejemplo, los obeliscos. Roma tiene 13 obeliscos egipcios, más que en el propio país, productos del  tiempo de conquista del  Oriente Medio, pero el que ha sobrevivido intacto, es el obelisco frente al Vaticano traído a Roma por el Emperador Calígula y plantado en la colina vaticana, una de las siete que tiene Roma y colocado en su actual lugar  en el 1586 por el Papa Sixto V.

La mejor forma de conocer una ciudad que uno nunca ha visitado, es comprar el tiquete de tres días de vigencia en los autobuses turísticos que recorren la ciudad y  decidir usted los puntos a visitar de su propio interés con libertad, al menos que usted vaya en una excursión pre organizada. Básicamente son diez los principales puntos de conexión visitados de la Roma antigua: la Plaza de la República, Santa María Magiiore, el Coliseo, el Circo Massimo, Plaza Venezia, Plaza Navona, Basílica de San Pedro, Vía del Corso, Fontana de Trevi, Villa Burgesa y Plaza Barberini. Acompañados lógicamente  de  buena música, espaguetis, pizzas, lasañas y risotos. La obligada visita a la Capilla Sixtina, independientemente de los juicios religiosos  particulares resulta una experiencia gratificante, sus laterales con paisajes de la Biblia y su imponente cúpula de Miguel Ángel.

En la romántica Venecia  “gondoleamos” apaciblemente por el Gran Canal,  al visitar la señorial Florencia, me pregunté a mi mismo, cómo en un momento específico de la historia se produjo la presencia  simultánea de hombres de la talla de Miguel Ángel, Bernini, de Vinci, Dante, Donatello, Rafael, Brunelleschi, Caravaggio, etcétera. Caminamos  en esas calles empedradas, colinas arriba donde se enzarzaron en la Edad Media Güelfos y gibelinos. ¡Arrivederchi Roma, volvemos!

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