América Latina y el Caribe «pueden y deben dar un paso al frente» para hacer frente a los crecientes índices de hambre y desigualdad en la región, lo que les colocaría «a la vanguardia de la alimentación y la agricultura mundiales», aseguró la FAO con ocasión de la VII Cumbre de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
«Las instituciones multilaterales necesitan innovar» para responder a las actuales crisis sin precedentes y superpuestas, afirmó el director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), Qu Dongyu, en un mensaje a los líderes políticos de la región.
La Celac es un mecanismo intergubernamental de diálogo y concertación política destinado a apoyar los programas de integración regional y está formada por 33 países en los que viven cerca de 600 millones de personas.
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Qu señaló las áreas prioritarias clave que la integración a través de la Celac facilitaría, destacando la necesidad de ampliar el suministro de alimentos en el Caribe, donde las dietas sanas son caras, además de invertir en infraestructuras hídricas e iniciativas de producción de alimentos en Centroamérica, donde las sequías y la emigración son tendencias persistentes.
También destacó la importancia de mejorar el intercambio de alimentos entre los países de la región andina y fomentar un amplio programa regional de infraestructuras de producción, almacenamiento y transporte de alimentos para facilitar el comercio y las exportaciones intrarregionales, según un comunicado del organismo de la ONU.
Aunque es natural dar prioridad a la protección de las economías nacionales, es importante tener en cuenta que «estamos todos juntos en este pequeño planeta y las medidas que se toman en un país afectan a todos los demás», dijo Qu, que citó la pandemia de la Covid-19 como ejemplo del valor y la importancia de la colaboración internacional.
La FAO puede apoyar eficazmente la aplicación de las iniciativas de la Celac y los objetivos de todos los Miembros si se dejan claras sus preocupaciones y se acuerdan soluciones tangibles y sostenibles, señaló.
Recordó que América Latina y el Caribe fue una región que obtuvo mejores resultados en términos de reducción del hambre y la pobreza en la década hasta 2015, aunque, a pesar de ser la mayor región exportadora neta de alimentos del mundo, últimamente ha sufrido importantes reveses: entre 2019 y 2021, el número de personas que padecen hambre aumentó un 30 %, hasta alcanzar los 56,5 millones.
Esto podría representar un retroceso de una década o más en el esfuerzo para reducir la pobreza y el hambre en la región y más allá, y obstaculizar los esfuerzos para reducir las desigualdades, tal y como se pide en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, según el director general de la FAO.
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Aunque el índice de precios alimentarios de la FAO ha descendido, ofreciendo cierto respiro, la recuperación todavía no se ha establecido y son inevitables más desafíos ya que los sistemas agroalimentarios del mundo operan bajo riesgos e incertidumbres, incluyendo los derivados de la crisis climática y la ralentización económica, agregó Qu.
Y pidió una acción colectiva urgente ahora para centrarse en las consecuencias sociales y económicas de la pandemia, el aumento de la inseguridad alimentaria, la subida de los precios de los alimentos básicos, los fertilizantes y otros insumos agrícolas, la crisis climática, la erosión de la biodiversidad, la deforestación y la escasez de agua.
Así como respecto a la pobreza persistente y el aumento de las desigualdades que están afectando especialmente a las poblaciones rurales, las mujeres, los jóvenes y los más vulnerables.
«Todos los equipos de la FAO en la región están preparados y plenamente comprometidos a proporcionar toda la experiencia técnica y la capacidad de la Organización a los gobiernos para ayudarles a afrontar el desafío actual de la seguridad alimentaria», afirmó.
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