«Farenheit 9/11»

«Farenheit 9/11»

Tres días atrás tuve la oportunidad de ver el documental AFarenheit 9/11A. Comprendí entonces por qué el equipo de la campaña reeleccionista de George W. Bush está presionando para que se prohíba su exposición en las galerías de cine de Estados Unidos. Michael Moore ha logrado reunir en dos horas y diez minutos de proyección la esencia del estilo de gobierno que ha impuesto esta Administración. Y el contenido resulta devastador para alguien que quiere seguir siendo Presidente.

Cierto es que hay manipulación de parte del Atodólogo@ Moore. Él escribió, produjo y dirigió la película que ya ganó reconocimientos aún antes de haber sido proyectada al público. Y notamos que su sentido de patria y de patriotismo difieren muchísimo del esgrimido por el grupo gobernante de la Casa Blanca.

Sería imposible resumir esta laureada película en apenas dos cuartillas. Por eso verla se hace imprescindible. Primero porque si el gobierno de Bush quiere prohibirla, por algo será. La presión que se ha estado ejerciendo para impedir su difusión ha provocado que Mel Gibson, Miramax Productions y otros se hayan desligado de este proyecto. La actitud agresiva del gobierno norteamericano ha hecho que muchas personas se apresuren a ir a los cinematógrafos antes de que las autoridades la censuren. Lo mejor del asunto es que la película es sumamente entretenida. Es amena porque logra combinar imágenes, sonidos y conceptos de forma tal que provocan risas, lágrimas, indignación, ascos y alegrías.

(Nihil novum sub solem! Nada nuevo hay bajo el sol. Michael Moore logra su película, con imágenes tomadas de los noticieros de la televisión. El valor de su trabajo reside en que las agrupa y las ordena de manera que lo que nos tomó cuatro años percibir podemos verlo en 130 minutos. Incluso los conceptos que él maneja fueron de alguna manera expuestos mientras tenían lugar los hechos. Sólo que, ahora, tenemos la oportunidad de verlos uno al lado del otro y recordar nuestras reacciones de entonces. También presenta entrevistas con soldados estadounidenses que combaten en Bagdad y con mujeres iraquíes en el momento inmediato posterior a la destrucción de sus hogares por los bombardeos norteamericanos. Punto culminante del filme está en la dramática conversación con una madre estadounidense, conservadora por confesión propia, quien recién perdía un hijo cuando el helicóptero Black Hawk en que viajaba fue derribado por la resistencia iraquí.

La perplejidad de Bush en el momento en que le informan en un aula escolar de Florida del segundo ataque contra el World Trade Center es de antología. La impotencia reflejada en el rostro del Mandatario norteamericano lo muestra petrificado por varios minutos. Nerviosamente, toma un libro en sus manos y finge leer. Sólo que el libro lo sostiene al revés.

AFahrenheit 9/11@ nos refresca la memoria y recuerda que para la elección de George W. Bush decenas de miles de ciudadanos afro-norteamericanos fueron excluidos del padrón electoral en Florida, gobernado por el hermano AJeb@ Bush. Los perjudicados reclaman su derecho a votar, pero esto no fue reconocido. Para que hubiera sido aceptada su protesta habrían necesitado la firma de un Senador federal. Y ningún Senador de Estados Unidos, ni siquiera algún negro, dio el paso adelante para respaldar ese reclamo.

Dato nuevo también que nos da Michael Moore es el de que, dos días después de los ataques contra las Torres Gemelas y el Pentágono, veinticuatro (repito 24) miembros de la familia Bin Laden que estaban en territorio norteamericano, salieron hacia Arabia Saudita bajo la protección de la Casa Blanca. Asimismo, decenas de aviones fueron autorizados a volar hacia Arabia Saudita ese mismo día cuando ni siquiera el avión del padre del presidente Bush y ex Presidente norteamericano por mérito propio pudo hacerlo. Los permisos se hacían más extraños en ese momento porque quince de los diecinueve asaltantes de los aviones utilizados como bombas volantes eran ciudadanos saudíes.

Para ponerle la tapa al pomo, Michael Moore evidencia que de los centenares de Senadores y Representantes (Diputados) del Congreso de Estados Unidos, sólo uno tiene un familiar en Irak. Escenas impactantes aparecen cuando el Director de esta película propone a varios congresistas que llenen un formulario mostrando la disposición para que sus familiares sean enviados a formar parte de las tropas de ocupación. Las expresiones de disgusto en los rostros de los congresistas ante esa propuesta constituyen la mejor muestra de lo que significa una doble moral. Para ellos es correcto enviar a los más pobres de Estados Unidos a arriesgarse en una aventura imperial. Pero permitir que los adinerados y los familiares de los políticos vayan a defender sus intereses materiales arriesgando el pellejo, es algo inadmisible.

Por eso digo que entiendo a los Republicanos, comprendo a la Casa Blanca y reconozco por qué los Senadores y los representantes no quieran que AFahrenheit 9/11@ sea vista por el pueblo norteamericano. Porque es indudable que la verdad duele.

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