Farmacia: nuevas tácticas para combatir la falsificación

<p>Farmacia: nuevas tácticas para combatir la falsificación</p>

POR ANDREW BAKER
Por su espíritu de innovación, es difícil culpar a las muchas compañías en el mundo cuyas tecnologías ayudan a proteger los negocios y sus clientes de los falsificadores.

En el campo farmacéutico, lo pequeño y lo grande del problema del mundo corporativo roza los hombros en una batalla constante contra los enemigos invisibles, pero con muchos recursos que falsifican medicamentos.

El mes pasado, por ejemplo, se anunció un nuevo sistema para colocar códigos únicos en el vidrio, respaldado con financiamiento de la Unión Europea, por Total Brand Security, una pequeña compañía basada en Londres. “Es como poner el número de pasaporte en el frasco”, dice Adrian Simmons, gerente administrativo.

Otras técnicas de seguridad han sido desarrolladas por corporaciones más grandes. 3M, por ejemplo, hace películas que cambian de color, mientras que Sun Chemical ha desarrollado tintas y pigmentos distintivos para utilizar en los envases. Dos compañías alemanas se concentraron en marcados exclusivos: Kurz construyó efectos ópticos especiales que cambian en sus hologramas y Schreiner diseñó marcas de agua digitales que son visibles solo mediante un filtro especial.

Sin embargo, la dedicación de estas compañías está a la par de la ingenuidad de los cerebros criminales que se le oponen. “Los falsificadores han sido capaces de copiarlo todo, incluyendo sellos RFID [identificación de radio frecuencia]”, dice Valero Reggi, del departamento de política y normas para medicinas de la Organización Mundial de la Salud.

La batalla entre la industria de fármacos y los falsificadores es una de las áreas más sensibles en la protección al consumidor, y está siendo librada en gran medida en los países en desarrollo, que suelen carecer de los recursos para responder a los delincuentes.

Los falsificadores saben que la clave del éxito es hacer los envases lo más realistas posible, y distribuir los productos lo más rápidamente posible. “Los falsificadores invertirán más tiempo en el envasado y la impresión que en las pastillas que, con frecuencia, no son más que yeso”, dice Gary Noon.

Noon es el jefe ejecutivo de Aegate, con sede en el Reino Unido, un negocio de consultoría de PA, que ha desarrollado un nuevo enfoque del problema. El plan pudiera representar una nueva arma poderosa para que la industria farmacéutica y los farmacéuticos la empleen contra los falsificadores. Sin embargo, a pesar de su potencial, también poner de relieve algunos de los límites de utilizar la tecnología para combatir este problema tan complejo.

Este otoño, la compañía lanzó una base de datos que quiere que los productores de medicamentos de todo el mundo carguen con millones de números de series individuales, cada uno de los cuales representa un número en un código de barras de cada envase de medicamentos.

Empleando un escáner, el farmacéutico puede comprobar el producto en el punto de venta para verificar que es auténtico y seguro; que ni ha sido retirado de distribución por un defecto, ni que tiene su fecha de venta vencida.

Con el fin de ganar la batalla contra los productos falsificados, sin embargo, cualquier iniciativa tecnológica tiene que satisfacer una serie de criterios.

Primero, la tecnología tiene que formar parte de un paquete de medidas de seguridad. Las compañías de tecnología suelen ser culpables de promover “balas de plata”, la solución de males, pero como dice el doctor Reggi, “El día que usted estandariza, lo hace también para los falsificadores”.

En este respecto, la base de datos de Aegate complementará y fortalecerá las medidas anti-falsificación existentes que se usan en el envase o contenedor. Una vez que el farmacéutico  confirma que el artículo es auténtico empleando la base de datos, pudiera recibir una nueva petición para que verifique la ubicación y diseño de un holograma, una cinta adhesiva u otro tipo de marcado. Todos estos elementos pueden ser ubicados en otro sitio o modificados, lote por lote, para mayor seguridad.

Segundo, el sistema tiene que ser barato y simple, si es que se intenta que funcione en los países en desarrollo, donde el problema de la falsificación de medicamentos es más grave.

Dice Noon que el sistema de Aegate pudiera  usar un código de barras o el sello RFID más avanzado para incluir los datos. Los códigos de barra, sin embargo, son mucho más baratos que los RFID, y en la actualidad son la única solución realista si la base de datos se va a utilizar en los productos genéricos de bajo costo que se venden en los países en desarrollo.

Un tercer problema en los países en desarrollo es la baja calidad de las redes de telecomunicaciones fijas de muchos, que pudiera complicar el acceso a bases de datos remotas por la vía de una línea terrestre. Las redes móviles, sin embargo, han dado un gran salto, posibilitando comunicaciones más confiables en áreas remotas.

Noon está desarrollando una versión del servicio de Aegate para utilizar esto. El sistema utilizará un teléfono móvil con una cámara incorporada y un programa informático extra instalado, que podría emplearse para fotografiar el código de barras y comprobar su autenticidad contra la base de datos. La respuesta pudiera retornar como un mensaje de texto en pocos segundos.

El reto final de Aegate es ganarse el respaldo de la industria farmacéutica. Las compañías han estado tradicionalmente preocupadas por esquemas que implican tener que compartir información. Sin embargo, Graham Smith, presidente del grupo de distribución de la Federación Europea de Industrias y Asociaciones Farmacéuticas, cree que van a estar dispuestos a cooperar con Aegate, siempre que el acceso a la base de datos esté adecuadamente regulado.

Smith compara el sistema con la forma en que se hacen las compras mediante tarjetas de crédito aprobadas por teléfono, un proceso en el cual varias compañías tienen acceso a la información a través de las transacciones. “La estamos utilizando solo para propósitos ligeramente diferentes”, dice.

Desde que las operaciones comerciales empezaron en septiembre en Bélgica, Aegate ha cargado en su base de datos varios millones de códigos de barras de identidad únicos pertenecientes a productores farmacéuticos como Eli Lilly, radicado en Estados Unidos.

Pero una base de datos que se usa en el punto de venta de una farmacia tradicional no puede proteger a los consumidores que compran en el internet de sitios que ocultan su ubicación física. Estos medicamentos son falsificaciones en más de la mitad de los casos, dice la OMS. Algunos de los sitios de internet, dice el doctor Reggi con ironía son “suministradores confiables” de medicamentos falsificados.

Y aún cuando la base de datos de Aegate sea estandarizada en todo el mundo, lo mucho y lo poco del sector de la tecnología anti-falsificación continuará desempeñando un papel importante. Contra operadores tan mañosos como los falsificadores, la idea de mantener los ojos bien abiertos siempre y desconfiar será eficaz.

VERSION: IVAN PEREZ CARRION

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