El Museo Fernando Peña Defilló, con la exposición de Pascal Meccariello, sigue destacando a artistas contemporáneos y les alterna con antologías de su titular y fundador, una política expositiva que él hubiera aprobado.
Así, previamente a una muestra que insistirá en la fuerza espiritual del gran “Papo” Peña, su museo presenta una excelente individual de Pascal Meccariello, artista cimero del avance creativo y alejamiento de lo tradicional.
Una trayectoria brillante
Dibujos fuera de lo común, revelados en el umbral de los años 90, anunciaron en Pascal Meccariello un artista dominicano para el tercer milenio.
El se perfilaba como un virtuoso de la línea y la pulcritud, creador de extraños personajes y de atmósferas mágicas, su humor barroco se expresaba en blanco y negro, ya con grandes formatos verticales.
Se podría decir que él pasó luego a la condición humana, pero centrada en sí mismo, su cuerpo, las vicisitudes y experiencias personales metaforizadas como colectivas y universales. La instalación, premiada en el Concurso Eduardo León Jimenes, marcó una etapa artística, y podríamos decir que, igualmente, su premiación en la Bienal Nacional irrumpió en la continuidad y la rompió positivamente.
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Una curiosidad insaciable y la rápida incursión en manifestaciones internacionales impulsaron la evolución de su lenguaje. Su ingreso a “Quintapata” contribuyó a destacar la definición contemporánea de un grupo singular.
El artista, trabajador encarnizado y ansioso de investigación, no ha dejado de seducirnos y sorprendernos. Pascal mantiene todavía la misma sonrisa, interior pero comunicante, tímida pero segura, que corresponde a su personalidad, compleja, generosa y apasionada.
La Exposición
Ahora, sobre el papel, el artista proyecta una multiplicidad abierta y polivalente de soluciones, con un despliegue en el espacio: ritmos, gestos, formas, personajes, temas, geometría.
A lápiz y tinta agrega pigmentos mixtos; él domina también la pintura y el encanto del color, que ilumina y anima los fondos, requiriendo una atención especial.
Una categoría aislada nunca lo ha satisfecho. Así, él introduce recortes y collage en sus “Historias en Kirigami”. La sorpresa empieza por el título, el kirigami, que en Japón es el arte de recortar papel, con una máxima habilidad, para fines decorativos y aun expresión de conceptos
La obra de Pascal, si nos atrevemos a una síntesis, se asemeja pues a discursos espaciales que, a través de signos y señuelos refinados proyectan el dinamismo del ser humano –hombre y mujer-, vuelto interioridades y pensamientos, más que la representación externa y material.
Cuerpo e imagen, mente y mito, se expresan en la creación de Pascal Meccariello, que privilegia la conceptualización ampliada pero también la capacidad de diseño gráfico, hasta una simetría horizontal y vertical.
Hemos de mencionar especialmente la constante presencia del círculo, símbolo de la armonía suprema, sea un elemento –rico en variaciones-, o la forma condicionante en el “Mundo interior”, óptico y cinético, pintura absoluta de ritmo embriagador.
Coda
Pascal ultima la ejecución hasta la exquisitez de una ejecución inmejorable… que irradia perfección. Sus nuevos superhéroes son una diversión, tan deleitable como seria: formando parte del caudal imaginario y absorbiendo la leyenda, ellos nos invitan a la percepción de una (sur)realidad sin fronteras, de una revisión del mundo….
Quién sabe si, las “Historias en Kirigami”, mañana, podrían convertirse y doblarse en “Origami”, arte por cierto más conocido.
Pascal Meccariello nos habla de fragilidad, ¡pero que él nos permita hablar de su fuerza, en creación, proyecto y realización… y de su capacidad para que soñemos.