Fatalidad: de la próstata al cerebro

Fatalidad: de la próstata al cerebro

La afamada y ampliamente leída revista The New England Journal of Medicine trae en su número correspondiente a la semana del 24 de noviembre 2011 unos trabajos de mucha relevancia concerniente al uso de la prueba denominada Antígeno sérico prostático, conocido por sus siglas en inglés como PSA.

Dicho análisis se utiliza para la detección temprana de cáncer de próstata. Millones de hombres en Europa y Estados Unidos han sido sometidos a esta prueba sanguínea. Se ha tomado la cifra arbitraria de 4 nano gramos como el máximo valor normal.

Diversas son las razones que pueden elevar los niveles de dicho antígeno sin que ello implique la presencia de carcinoma. Sin embargo, la regla es que todo paciente que sobrepase los 4 nano gramos debe ser sometido a un pequeño, pero molestoso procedimiento quirúrgico llamado biopsia transrectal eco dirigida y que implica insertar una gruesa aguja por el canal rectal para puncionar la glándula prostática no menos de seis veces, pudiendo extraerse hasta más de 20 cilindros de tejido. Las potenciales complicaciones van desde un sangrado rectal hasta una grave infección en la sangre.

Investigadores han estimado en 5.2 millones de dólares la inversión requerida para prevenir una sola muerte por carcinoma prostático. El día 11 de octubre 2011 el grupo de trabajo preventivo estadounidense (USPSTF) emitió una resolución recomendando no ordenar la PSA como análisis de rutina en la captación de probables candidatos a padecer de cáncer. Invoca que los riesgos sobrepasan los beneficios y que en última instancia la decisión de realizarse o no la prueba debe descansar en el propio paciente.

El 15 de octubre 2011 en la República Dominicana, a un ciudadano de 62 años con una PSA elevada se le realizó una biopsia prostática transrectal sonodirigida. Se le administró antibiótico del tipo quinolona antes, durante y después del procedimiento quirúrgico. A la semana siguiente el paciente visitó al urólogo debido a una retención aguda de orina acompañada de fiebre. Se le colocó una sonda vesical y se indicaron nuevos antibióticos. Quince días después de la biopsia el enfermo regresa de nuevo al especialista quejándose de malestar general, vómitos y persistencia de la fiebre. Rápidamente su cuadro clínico se agravó con alteración de la consciencia, rigidez de nuca y coma profundo. Una punción en la columna vertebral permitió extraer un líquido cefalorraquídeo purulento indicativo de una meningitis aguda.

Se hicieron cultivos del material exudativo extraído en los que se evidenció una bacteria intestinal llamada Escherichia coli, la cual era multi resistente a la mayoría de los antibióticos disponibles. A los 21 días del procedimiento transrectal el paciente expiró. La autopsia reveló una prostatitis aguda con abscesos, acompañada de infección de los riñones y confirmó la presencia de una extensa meningitis purulenta por Escherichia coli multi resistente. Se trata del décimo reporte mundial de tal complicación y el primero de naturaleza fatal. El informe de la biopsia hablaba de una hipertrofia benigna de la próstata. No había señales de cáncer en el estudio.

Razones de sobra tiene el grupo de trabajo preventivo estadounidense para rechazar el uso indiscriminado y las consecuencias de una prueba sérica prostática en que su descubridor admite debilidades, duda e incertidumbre en la interpretación.

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