POR MARIEN ARISTY C.
Era una noche lluviosa del año 1997 cuando Venancia Guillén llegó al Colegio Quisqueya para asistir a una misa de sanación con el padre Emiliano Tardif. Una vez dentro,  sintió cómo se curaban los  problemas de su columna vertebral.

A diez años de haber recibido la curación a través del padre Tardif, Guillén cuenta que jamás ha sentido los terribles dolores de espalda que antes sentía.

Sigue usando fajas, eso sí, pero casi no tiene que acudir al médico.

“Él fue un santo, él se merece la beatificación. Yo lo conocí y tuve sanación con él”, dijo Guillén al tiempo de agregar que desde hace tres años es Catecúmena.

 Otra persona que también lo conoció fue Rosa de Cruz, quien sostiene que lo quería mucho porque era muy bondadoso, cariñoso  y amable.

Respecto a los milagros que pudo haber hecho el padre, de Cruz se confiesa un poco incrédula. Pese a ello, afirma que merece la canonización.

“El lo merece porque dentro del desenvolvimiento de su vida hizo muchas cosas positivas para el ser humano. El logró que muchas personas  que padecían de diferentes enfermedades, a través del Señor y por vía de él, pudieran curarse”, resaltó Luis Zorrilla.

Petra Pérez también cree que sus obras fueron lo suficientemente grandiosas como para merecer que sea declarado como santo. “Sería un santo para nosotros y de nosotros”, puntualizó.

En muy parecidos términos se pronunció María Altagracia Zorrilla, quien manifestó que conoció al padre Emiliano Tardif personalmente y que lo recuerda por el buen trato que le daba a los demás.

“El hizo muchísimas curaciones. Como él decía, él oraba y Jesús sanaba. El tenía mucho carisma”, dijo María Margarita Castillo.

Sin voces en contra, es evidente que para los feligreses de la Arquidiócesis de Santo Domingo sería una  gran alegría que el  padre Emiliano fuera beatificado.

Por ello, sólo resta esperar los resultados del proceso que iniciará el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, arzobispo primado de Santo Domingo.