Favores sexuales por absolver
pecados era común durante la colonia

Favores sexuales por absolver<BR>pecados era común durante la colonia

MEXICO, EFE.- Otorgar favores sexuales al confesor a cambio de la absolución de los pecados era una práctica habitual en México durante la etapa colonial, especialmente en los siglos XVIII y XIX, asegura un especialista mexicano.

   La Inquisición lo llamó «delito de solicitación» y fue de los tres más perseguidos en México durante el siglo XVIII, junto con la literatura prohibida y la bigamia.

   Esta es la teoría que se desprende de los más de quinientos documentos inquisitoriales consultados por Jorge René González, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y autor del libro «Sexo y confesión».

   El «delito de solicitación» consistía en que el sacerdote pedía durante la confesión a su hijo o hija espiritual realizar «actos torpes y deshonestos con él o terceras personas», explicó González en una entrevista con Efe.

   Estos actos «torpes» normalmente consistían en palabras «picantes», tocamientos, propuestas, e incluso el coito.

   El culpable del delito era siempre el sacerdote, nunca el penitente, incluso si se le ofrecía al religioso, puesto que el cura era el primero en atentar contra el sacramento de la penitencia, explicó.

   Pero no hay que ver esta situación como una mera compra-venta de perdones, dado que «muchas veces sí había amor», sostuvo el experto.

   Sin embargo, se denunciaba ante la Inquisición por «cuestiones morales» y porque de lo contrario el penitente no recibía la absolución de sus actos.

   La Inquisición recordaba muy a menudo a sus feligreses la obligación de denunciar esta situación por medio de edictos y el setenta por ciento de sus archivos de la época tratan sobre este delito.

   A pesar de todo, la solicitación no era una herejía ni atentaba contra la Iglesia en la medida en que el Santo Oficio lo consideraba simplemente «debilidad carnal y necesidad de afecto y cariño» del sacerdote que lo cometía.

   «Solicitación es seducción», afirmó el experto y añadió que es similar a la que se practica hoy en día con regalos, frases amorosas, apoyo económico, protección y mimos.

   La solicitación llegó a ser tan importante que la Inquisición emitió una nueva normativa en marzo de 1713 sobre cómo debían realizarse la confesión y diseñarse los confesionarios.    Se prohibió, por ejemplo, que el feligrés se confesara arrodillado frente al sacerdote porque la cabeza quedaba a una altura «comprometida» y «debajo de la sotana se podían y se pueden hacer y ocultar muchas cosas», dijo.

   Además, los confesionarios tenían que estar situados dentro de la Iglesia, en lugares iluminados y con tránsito, y estaba terminantemente prohibido que estuvieran aislados.

   No podían tener puertas o cortinillas y entre confesor y penitente debía ponerse una rejilla cuyos orificios impidieran introducir los dedos para evitar «caricias eróticas» o juegos con los dedos en la boca de la otra persona.

   Ya no se podía confesar en celdas enclaustradas, capillas cerradas, sacristías, casas particulares o en los domicilios de los religiosos.

   Si el sacerdote tenía que trasladarse a la casa del feligrés porque este estaba enfermo, debía hacerlo en compañía de otro religioso y realizar la confesión con las puertas abiertas.    Además era ilícito que confesor y penitente tuvieran conversaciones antes o después de la confesión.

   Pero el «delito de solicitación» no era algo exclusivo de México y el edicto que lo prohibía fue de obligada aplicación para toda España, «Nueva España», Islas Filipinas, Honduras, Nicaragua y Guatemala. El celibato debe desaparecer para que la Iglesia sobreviva», concluyó.

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