FBI investiga quién dio información a Chalabi

FBI investiga quién dio información a Chalabi

WASHINGTON (EFE).- La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) se ha puesto en marcha para saber quién, dentro del Gobierno estadounidense, le contó al iraquí Ahmad Chalabi, que EEUU habría descifrado los códigos secretos de comunicaciones de Irán.

Fuentes oficiales aseguraron ayer que la administración del presidente George W. Bush tiene pruebas de que fue Chalabi, un ex aliado estadounidense, el que informó a Teherán de que los servicios de espionaje de EEUU tenían en su poder dichos códigos y otras informaciones clasificadas.

Lo que quiere verificar el FBI es si alguien del Gobierno le dio esa información a Chalabi, lo que constituiría una «infracción criminal», según las fuentes.

La Consejera de Seguridad Nacional de EEUU, Condoleezza Rice, no ha querido entrar en detalles de esta historia, que hoy ocupa las primeras páginas de los principales diarios del país.

«No sé si es cierto o no», pero «estoy segura de que si hay algo, será investigado», declaró Rice a varias cadenas de televisión.

«Tuvimos una relación con el señor Chalabi y su Congreso Nacional Iraquí (CNI) durante un tiempo en el que la Ley de Liberación iraquí de 1998 fue prioritaria para derrocar a Sadam Husein y llevar un cambio de régimen en Irak», afirmó Rice.

Entonces, añadió, había varias organizaciones con las que EEUU se relacionaba y, entre ellas, se incluía el CNI.

La responsable de Seguridad Nacional manifestó estar «completamente segura» de que EEUU había estado totalmente vigilante y precisó que esa relación con Chalabi y el CNI «más tarde se fue enrareciendo».

Sus declaraciones no hacen más que confirmar la caída en desgracia del responsable del CNI quien, durante la preparación de la guerra y la transición iraquí, había sido uno de los mejores aliados de EEUU, incluso el favorito y el protegido del Pentágono.

Su presunta traición saltó a la luz pública el pasado mes de mayo, lo que llevó a los efectivos estadounidenses a registrar su domicilio y sus oficinas, y a incautarse de ordenadores y documentos en busca de pruebas que demostraran que había pasado informaciones secretas a Irán.

La redada se produjo tan sólo dos días después de que el Pentágono confirmara la suspensión de los pagos secretos al CNI, que sumaban unos 340.000 dólares mensuales.

El Gobierno pidió entonces a la prensa que no desvelara nuevos datos de este caso para no entorpecer las investigaciones, mientras Chalabi negaba en repetidas ocasiones las acusaciones que pesaban contra él e instaba a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a que las demostrara ante el Congreso.

Hoy han salido a la luz todos los detalles del escándalo, incluidos los que apuntan a que habría sido un «americano borracho» el que le contó a Chalabi que EEUU había logrado descifrar los códigos de comunicaciones iraníes.

Según el diario «The Washington Post», hace seis semanas Chalabi le comentó al jefe de la oficina en Bagdad del Ministerio de Inteligencia y Seguridad de Irán que EEUU leía las comunicaciones codificadas de los espías iraníes.

El diario «The New York Times» precisa, por su parte, que los códigos empleados por el servicio de espionaje de Teherán «se contaban entre los más sofisticados de Oriente Medio».

El FBI centra sus investigaciones en el grupo de contactos de Chalabi en Irán y también en el pequeño número de estadounidenses que conocían esa información y que podrían habérsela revelado.

Chalabi fue miembro del ahora disuelto Consejo de Gobierno Iraquí y estuvo al frente del comité de finanzas, desde el cual colocó a simpatizantes suyos en el Ministerio de Finanzas y el Banco Central de Irak.

En el nuevo gabinete iraquí anunciado ayer, martes, en Bagdad, no tiene puesto alguno y muchos de los funcionarios que él designó han sido sustituidos.

Chalabi, un empresario millonario exiliado de Irak durante más de 40 años y condenado en ausencia por desfalco en Jordania en 1992, llegó a estar entre los favoritos del Departamento de Defensa como posible líder del nuevo régimen en Irak, pese a sus pocos apoyos dentro del país.

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