En su gran debate en el 1954 sobre el poder de la fe para curar enfermedades, el destacado médico de la época Heriberto Pieter citó al sabio francés Alexis Carrer, premio Nobel en Medicina.
Carrel creía firmemente en el poder de la oración como medio de obtener y de impartir salud, lo que se comprobaba en los medios donde se hacía uso de este recurso.
El poder de la oración, entendía Carrel, es algo tan complejo que conduce a la exploración de un fenómeno no estudiado aún a profundidad, pero que deja resultados muy positivos.
“Lo que sí sabemos ya es que la oración produce efectos palpables”, concretizó.
En su carta al diario El Caribe, Pieter mencionó, también, al profesor norteamericano Walter C. Álvarez, miembro en ese entonces de la Clínica Mayo en Estados Unidos.
En su libro “Las Neurosis”, dijo lo siguiente: “Hay algunos pacientes que pueden ser ayudados por medio de la religión y por un consejo espiritual. Un buen médico usará esos medios siempre que pueda hacerlo.
“En algunos casos, cuando he encontrado un paciente torturado por duda religiosa, le he enviado a su sacerdote, a su pastor o a su rabino”.
Afirmó que durante muchos años algunos inteligentes ministros de cultos habían estado estudiando psicoterapia, “recurso con el que han socorrido a muchos de sus feligreses”.
Esto llevó al doctor Pieter a decir que las mejorías o curaciones podían ser realizadas en cualquier recinto, siempre que fueran solicitadas con gran devoción y fervor.
“Dondequiera que haya veneración profunda y sincera, allí podrá obtenerse la merced de las curaciones milagrosas”.
El galeno concluyó pidiendo al director de El Caribe que evitara dar cabida en las páginas del medio a las desavenencias religiosas no científicas.