Febrero, Patria, amor y amistad

Febrero, Patria, amor y amistad

JUAN D. COTES MORALES
Otra vez febrero para la Patria de siempre, para el amor y la amistad. Ojalá todos los meses y todos los días fueran así. Y ojalá también que a su vez, todos estuvieran enamorados de la Patria. Así pudiera llegarse a comprender la dimensión del verdadero amor. Un filósofo dijo una vez que amar es un eterno ir haciendo cosas en la vida.

Y un buen comienzo es entregarse por entero, desoyendo a los duendes del egoísmo, de las pasiones y de los orgullos, para que el camino de la comprensión se abra sin interrogaciones. La amistad bien entendida y correspondida crea vínculos de hermandad. Esa es otra forma de amar.

Tan amplia y generosa, que se ha dicho que el amigo es el hermano que no nos ha sido dado por Dios y al que hemos escogido con el renovado afecto de cada día.

Si se ama, no se puede ver al prójimo despectivamente.

Ni se puede ser indiferente a los males que aquejan a la sociedad.

La participación de todos en el bien común requiere desprendimientos, vocación de sacrificio y la manifestación sincera de un vivo interés por la superación de todos.

Nadie puede decir que está enamorado y que ama a otra persona si no le proporciona armonía a todas sus acciones, si no le cuaja y le templa con tesonero esfuerzo la base de su porvenir, si no se echa con regocijo sobre sus hombros todas sus aspiraciones, si no quiebra el equilibrio y mantiene la fe para soportar todas las querellas, si no está dispuesto a morir por la promesa de resucitar en el corazón de los demás.

Nadie puede decir que está enamorado y que ama si en sus adentros lleva un montepío para hipotecar los dolores de los desheredados de la fortuna y negociar la vergüenza de los demás.

Nadie puede decir que está enamorado y que ama si no se aparta de las guaridas donde se subastan las voluntades dignas y se le pone precio a la honra. Nadie puede decir que está enamorado y que ama si se abraza con los impíos y con los mediocres para formar un ejército de parias y fomentar las discordias.

Nadie puede decir que ama si no lucha y defiende el patrimonio colectivo y permite que ante sus propios ojos se fustigue y esclavice al desvalido.

Y en fin, nadie puede decir que ama lo que no protege.

Si hermoso es escuchar hoy el poema y la canción que nos hablan de lo más querido, más bello aún es inspirarnos en la Patria, que ha sido la novia y la madre por excelencia, y cuyo traje, la bandera, ha sido violada varias veces como una lección divina para escarmentar a los que no la llevan en sus adentros.

Ojalá todas las novias y todos los novios dominicanos se prodiguen hoy el beso más íntimo y el abrazo más prolongado en nombre de la Patria y de la bandera, para garantizar la fraternidad y la concordia de todos.

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