Fecundación in vitro sin estrés

Fecundación in vitro sin estrés

Para que una pareja pueda procrear con la asistencia de métodos de laboratorio no sólo hace falta una compleja tecnología destinada a ayudar al organismo a que ponga en marcha las funciones reproductivas que no puede efectuar por sí solo y que pueden sufrir deficiencias en la mujer o el varón.

Además del cuerpo, hay que ayudar a la mente. En el tratamiento es necesaria la participación de profesionales de la salud mental integrados en el equipo que atiende al paciente, para que brinden un apoyo continuado para paliar los altibajos psicológicos que se producen durante la reproducción asistida (RA).

Son algunas de las conclusiones de un reciente estudio de la Clínica Tambre, según el cual el tratamiento de reproducción asistida es un motivo de estrés importante para las parejas y la primera visita para el inicio de una Fertilización in vitro (FIV), es el momento en el que se observa un mayor grado de ansiedad.

Durante la primera consulta, el 25% de las mujeres presenta niveles de ansiedad moderados o graves, los cuales se  incrementan a medida que aumenta la edad de las mujeres.

Según el psicólogo Agustín Moreno, “la FIV, que suele iniciarse cuando otro tratamiento de estimulación ha fallado, provoca frecuentemente un incremento de la ansiedad, que ya viene sufriendo la pareja por el diagnóstico de la infertilidad y la experiencia negativa de los tratamientos de estimulación fallidos y a las expectativas negativas ante el nuevo tratamiento”.

LA PSICOLOGÍA DE LA REPRODUCCIÓN

En las comunidades científicas europea y americana existe un creciente consenso sobre la necesidad de que las parejas sometidas a estas técnicas de RA reciban consejo o tratamiento psicológico, pero aunque se les recomienda y facilita la visita al profesional, sólo un bajo porcentaje de las parejas lo utilizan.

No obstante, hay indicios de que los tratamientos de fecundación in vitro parecen ser cada vez más normales entre la población y van perdiendo parte de la “ansiedad de componente social” que solía acompañar este tipo de tratamientos.

La ansiedad es una reacción emocional ante la percepción subjetiva de un posible peligro o amenaza, que se manifiesta mediante una activación de los sistemas cognitivo, fisiológico y motor del individuo, en mayor o menor grado.

Pero los traspiés psicológicos comienzan mucho antes de dar el paso de acudir a la consulta. Según los expertos, la falta de información y la incertidumbre frente a las consecuencias de las, aún desconocidas por muchos, técnicas y tratamientos de fertilidad son las principales razones que muchas parejas alegan para no acudir a un centro de reproducción asistida.

Pese a la información disponible, numerosas parejas con problemas para concebir todavía no saben a qué se atendrán cuando acudan a un centro de reproducción asistida, por lo que retrasan sin necesidad su consulta.

“Otro número importante de parejas no acuden porque no quieren reconocer que la existencia de un problema de esterilidad puede ser el responsable de que tarden en tener hijos”, indica el doctor Pedro Caballero, director de la Clínica Tambre, de Madrid.

Muchas parejas no son conscientes de su problema, incluso después de más de un año sin descendencia. Piensan que es una circunstancia habitual, porque su cuerpo funciona de forma normal y nunca han presentado ningún problema serio, sin pensar que el tiempo corre en contra del reloj biológico.

EL PRIMER PASO, EL MÁS ESTRESANTE

Una vez en la consulta, “la pareja debe saber que la gran mayoría de los problemas de infertilidad tienen solución”. Para ello, es fundamental realizar un diagnóstico correcto del origen del problema y encontrar la técnica que lo resuelva.

“La elección de la técnica debe ser de la pareja, previo consejo del médico, porque así se sentirán más fuertes y concienciados, con lo que se reducirán los casos de ansiedad y estrés que pueden provocar las pruebas de fertilidad”, explica Caballero.

Para ayudar a las parejas es imprescindible la participación de un psicólogo que comprenda las pruebas a las que se están enfrentando, y su ayuda para el buen funcionamiento del tratamiento”, afirma la embrióloga española Rocío Núñez.

De todos modos, los procesos de fertilidad son cada día menos estresantes. Y la técnica de los coitos programados, dependiendo del ciclo de ovulación de la mujer, ya no es tan necesaria”.

Hasta ahora a la pareja se le hablaba de buscar el momento de la ovulación para mantener sus relaciones sexuales, pero esta programación resta intimidad a la relación y les crea una situación de estrés que no es favorable ni necesario.

Esto es así porque un espermatozoide puede fertilizar a los 10-15 días posteriores al coito, lo cual no hace imprescindible la relación sexual sólo en los días -pico- de ovulación. Los expertos prefieren ahora darle a la pareja más espacio para su intimidad.

En los últimos 10 años, los casos de esterilidad han aumentado. Junto a los motivos físicos masculinos o femeninos, algunos elementos sociales como el aumento de la edad de las mujeres a la hora de tener su primer hijo, el estrés de la vida actual y el abuso de malos hábitos como el tabaco y el alcohol son factores que han favorecido el incremento de la esterilidad en la pareja.

INFÉRTILES POR EL RITMO DE VIDA

El estrés laboral o del hogar también pueden influir en el descenso de la fertilidad. Cuando una persona teme algo o está en tensión padece vasoconstricción periférica, lo que hace que los vasos se cierren y no haya distribución sanguínea a los órganos principales, con una escasa comunicación de los mandatos hormonales a los órganos implicados en la reproducción.

La obesidad puede asociarse a una proliferación de hormonas  androgénicas que producen problemas en el ciclo ovárico, y se ha observado que las mujeres obesas también tienen más problemas con los mecanismos sexuales, así cuando se someten al tratamiento se les suele aumentar la terapia con hormonas como la gonatropina, en mayor medida que en una persona en su peso.

Pero el primer factor social en el aumento de la esterilidad es que cada vez se retrasa más la edad en que una mujer se queda embarazada. “El ovario empieza a funcionar a los 12 años y termina su función cuando la mujer se encuentra en su mejor forma física y de belleza, por lo que ella no lo entiende y se resiste a que éste deje de funcionar”, según Caballero.

La Organización Mundial de la Salud considera la esterilidad una “alteración de la normalidad en el proceso reproductivo de una pareja”, que afecta entre 60 y 80 millones de parejas en el mundo.

Se habla de infertilidad o esterilidad si no se alcanza el embarazo después de un año de relaciones sexuales sin protección.

Las causas más frecuentes de esterilidad en la mujer son por la imposibilidad de ovular o hacerlo regularmente, o bien por tener la trompas bloqueadas, por una endometriosis o por problemas en el útero como, por ejemplo, fibromas (miomas).

En el hombre, las razones son la falta de espermatozoides o que su número sea muy bajo, sean inmóviles o anormales y, por la impotencia o la eyaculación prematura o retrógrada.

Además, las enfermedades de transmisión sexual, pueden originar una enfermedad inflamatoria pélvica, que bloquea las trompas, mientras que la contaminación ambiental y la ingestión de sustancias tóxicas, como el tabaco y algunas drogas reducen el número de espermatozoides y su motilidad. El exceso de alcohol altera la producción espermática y produce impotencia.

DE LA SOSPECHA A LA CONSULTA

Los expertos sugieren acudir a un especialista en reproducción asistida cuando haya razones para sospechar algún problema como en los casos de ausencia de menstruación o ciclo irregular.

En segundo lugar, es recomendable buscar ayuda cuando la mujer tiene más de 35 años, ya que la fertilidad disminuye con la edad, y además va quedando menos tiempo por si fuera necesario utilizar algún tipo de tratamiento previo que de alguna manera puede demora los intentos de gestación.

El procedimiento más sencillo de reproducción asistida es la inseminación artificial, que consiste en depositar en el útero, el semen previamente tratado en el laboratorio, inyectándolo a través de una cánula o catéter en la cavidad uterina.

Antes de su puesta en marcha, la mujer debe someterse a un proceso llamado “inducción de la ovulación”, en el que tiene que ponerse una medicación para estimular la ovulación, realizándose controles hormonales y ecográficos periódicos.

La FIV consiste en obtener los ovocitos mediante una punción, fertilizarlos en el laboratorio con espermatozoides de la pareja o un donante y transferir los embriones formados al útero. Se indica en casos de obstrucción de trompas, endometriosis, problema masculino o infertilidad de causa desconocida. EFE-REPORTAJES

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