Felipe Gil: exitosa presencia
en la radio, la televisión y el cine

Felipe Gil: exitosa presencia <BR>en la radio, la televisión y el cine

POR ÁNGELA PEÑA
Su voz fue deleite y escuela para quienes esperaban ansiosos las canciones selectas de Cristal Europa y Cristal Latino, programas que inmortalizó en el recuerdo Orlando Martínez cuando los elogiaba en su demandada columna Microscopio. Pero también su voz fue a veces motivo de ansiedad pues era la que llevaba las noticias políticas de los sombríos doce años de gobierno de Joaquín Balaguer.

Muchos dominicanos lo reconocerán como el Reportero Universal cuando se produjo el secuestro de Donald Crowley, anunciando, desde el aeropuerto, la salida de los canjeados por el diplomático norteamericano.

Felipe Alejandro Gil Morales es, sin embargo, más que locutor de noticias y productor de programas radiales: es la representación viviente de la historia contemporánea del teatro, la publicidad, el periodismo, la declamación y el desarrollo de la televisión y la radio dominicanas.

Revolucionario, aguerrido, el popular hijo de San Miguel que cargó sin rubor todos los motes de los “Migueletes” por su baja estatura y su afición al arte, se destacó con maestría laureada en las múltiples facetas que desarrolló su personalidad inquieta, combativa. “Toda mi vida he sido de transición”, dice al ir revelando cada una de las actividades en que incursionó con éxito y por las que comenzó a ser premiado desde la adolescencia, como en 1968 cuando le otorgaron el Premio La Máscara por su papel de Esopo en La zorra y las uvas, que dirigió Rafael Gil Castro. Fue la mejor actuación masculina de ese año.

Dos horas con “Bli”, el sobrenombre por el que le llaman amigos y vecinos, son inacabables para escuchar el testimonio ejemplar de una vida tan dedicada al trabajo que llegó a producir seis espacios simultáneos de televisión: Ritmo del sábado, Recordar es vivir, Noche no te vayas, entre otros. “Me llevaron duro a Corazones Unidos”, comenta con su habitual jocosidad para describir el estrés que le produjo tal exceso, al extremo de provocarle una embolia. “Bebeto Lithgow me dijo: eso es un aviso, tuviste suerte”.

Héroe o villano, verdugo o pueblo, adonis o monstruo, Bli fue figura familiar en películas como Pantaleón y las visitadoras, que dirigió Vargas Llosa, y en todos los dramas transmitidos por radio y televisión desde los sesenta. Fue el creador de La Imagen Nacional que auspiciaba E. León Jimenes presentando las bellezas naturales del país y, aunque muchos lo ignoren, fue la palabra convincente que promovió en las emisoras dominicanas casi todos los productos de consumo, por lo que la renombrada publicista Damaris Defilló decía que aquí existían tres frecuencias: AM, FM y FG (Felipe Gil).

El nieto del ex Presidente Alejandro Woss y Gil, apodado El corto, Enano, Trago corto, Bli cueva del gorila, Bli concón, por agitadores cófrades de vecindario, es, sin proponérselo, un humorista natural por lo que la narración de sus excitantes testimonios personales es además de historia reciente un largo chiste que no da tregua a las mandíbulas.

“¡QUÉ PORVENIR!”

Felipe Gil nació el veintiséis de agosto de 1946 frente al parque de San Miguel, hijo de un rabioso antitrujillista al que la vecindad llamaba Pancho el comunista, Francisco Gil Álvarez, y de Rosa Elena Morales de Gil. Odiaba las aulas pero con gran sacrificio asistió a la Escuela Anexa y a La Normal Presidente Trujillo donde le llamaban “El Cometa” porque iba de cada año un día ya que desviaba el camino para brillar en baloncesto, jugando 21 ó levantando pesas en el Eugenio María de Hostos. Llegó hasta el primero de secundaria.

Su madre cocinaba recitando, y oyéndola, se aprendió el poema Llénate de mí, de Pablo Neruda, “más largo que el pito de las doce”, lo que le abrió las puertas para actuar en Un block para la escuela, en La Voz Dominicana. Lo introdujo Fernando Casado quien tuvo marcadas influencias en su posterior actuación en medios electrónicos. ¿Por qué no estudias arte escénico?, le comentaron y esa fue la luz que encendió su imaginación creativa para dejar las clases. “Estaba desesperado por abandonarlas, aunque sabía que ir a Bellas Artes me iba a traer problemas con Mario Emilio y todos los tígueres de San Miguel, porque había demasiado cundangos”, cuenta. Aun así confesó a don Pancho que quería ser actor a lo que éste sólo replicó: “¡Qué porvenir!”. “Se me abrió un mundo nuevo”, expresa, pero la muchachada lo acechaba para gritarle: “¡Bli, cogiste vuelta! ¡Te viraste!”.

Apenas entrando a la Escuela de Arte Escénico, ya ensayaba el papel de pueblo en Fuenteovejuna, de Lope de Vega, era Carlos, en Habitación 203, de Franklin Domínguez y a los dos meses ya estaba en el grupo oficial junto a Niní Germán e Iván García. “Eran de una gran formación. Los muchachos no se atrevían a ingresar porque les decían pájaros, había una carencia de jóvenes con buena figura. Antonia Blanco Montes me incorporó a Juego de niños, de Iriarte, en el Teleteatro, con Julio Aníbal Sánchez y Víctor Fernández. Me iba a morir del corazón porque era en vivo y Julio Aníbal no se sabía el libreto”.

Ya Gil había abandonado la Escuela, “no sé si por mi alergia a los pupitres o porque me di cuenta que los actores se hacen en el escenario, no en las aulas”. A partir de entonces ejerció múltiples facetas en escena o tras bastidores. “Avilés Blonda me decía la prostituta del teatro porque quería trabajar en todas las obras, era apuntador, apuntaba a Hipólito, de Héctor Incháustegui, y me la sabía de memoria. Era una adaptación en verso famosa”.

Trabajó en Yo Bertold Bretch; hizo el personaje de Mínimo en una obra de Iván García; fue Buenaventura Báez, en Duarte, de Franklin Domínguez; Anás, en La Pasión y muerte de Cristo, dirigida por José de San Antón y José Caicoya en los estadios Cibao y Quisqueya; era el secuestrador en Secuestre ahora y pague después, de Freddy Beras, exhibida en el Teatro Nacional…

Pluridependiente, llegó a tener entonces más de cuatro empleos a la vez: en aduanas, locutor de Radio Antillas, miembro del Cuadro de Comedias de La Voz Dominicana participando en Kazán el Cazador, Over y Engracia y Antoñita, programador de los discos Phillips en Fabiola, decidiendo los que se lanzarían al mercado. Él dio a conocer a Ana Belén, Mercedes Sosa, Víctor Manuel, entre otros artistas. “Yo no era locutor ni me interesaba, me hizo Mario Emilio, con esa voz melíflua y delicada cual mugir de una vaca en la espesura”.

En una obra hacía hasta seis personajes diferentes. Era bien parecido y tenía una voz muy particular. Sin sonrojos afirma que era “muy buen mozo. Fui el único niño de Santo Domingo que ganó un premio por ser el más lindo que el patrocinador había visto en su vida. Era un carajito bonito. Mi hermano Ricardo vivía acomplejado, pero después de viejo se enderezó y yo cogí vuelta como un long playing cuando le da el sol”, expresa.

Por su participación en la contienda bélica de abril de 1965, realizando Momentos Gloriosos de la Lucha Constitucionalista, fue sacado en 1966 de Radio Televisión Dominicana, que dirigía Dihmes Pablo, por medio de un cartel que prohibía la entrada a René del Risco, Víctor Fernández, Rubén Echavarría, Iván García y otros y Felipe pasó a Radio Antillas con Poemas y canciones, “lo único relevante de entonces aparte del brecheo, que era el deporte nacional de la época”, famoso porque era el único donde se escuchaba Por Amor, antes de que Niní Cáffaro lo llevara al acetato. Dirigió varias emisoras, fue guionista, libretista y compañero de sobresalientes comunicadores de entonces, como Ellis Pérez, Héctor Pérez Reyes, Silvio Herasme, Aníbal de Castro, Nóbel Alfonso, Juan Bolívar Díaz, Alejandro Paniagua, Sara Savarín, Guarionex Rosa, Pablo Jerez, Eulalio Almonte Rubiera, Rafael Enrique Espaillat Deschamps, entre otros.

El historial de Felipe es inmenso. Interpretó a Abelardo Vicioso, Miguel Alfonseca, Juan José Ayuso, Jacques Viaux y otros poetas revolucionarios cuyas producciones aún recita; actuó en La opera de tres centavos; fue actor de la primera telenovela dominicana, Llanto en mi ciudad, y por cobrar sus servicios con insistencia el papá de Freddy Beras, que administrada Nosotros a las ocho, mandó a que lo mataran en la obra. Hizo de Robespierre en Proceso a la historia y durante dieciocho años laboró en E. León Jimenes como encargado de Medios. Renunció en 1993 pero regresó en enero del 2004 como director de programación de Raíces, la emisora de la Fundación E. León Jimenes.

Bli ha casado dos veces. Primero con Paula Virgina Bussy, madre de sus hijos Mónica Elena y Víctor Manuel y luego con Rosalina Torrens, con quien ha procreado a Maximiliano y Rosalina. La actual esposa es también su pareja en el programa Hoy puede ser un gran día. “Me lo inventé para sobrevivir, con mi esposa, esa mujer increíble, excepcional, talentosa, que me ha acompañado en todas mis locuras”.

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