Felipe Rojas Alou, pasajes y reconocimiento de un ilustre dominicano

Felipe Rojas Alou, pasajes y reconocimiento de un ilustre dominicano

Felipe Rojas Alou, entre las personalidades dominicanas más ilustres y respetadas, fue exaltado el pasado sábado al Salón de la Fama del Béisbol de Canadá, un nuevo reconocimiento que se suma a su exitoso y ejemplar historial como beisbolista, dirigente y ciudadano.

Rememorar los pasajes sobre su vida, logros deportivos y rasgos personales constituye un motivo de real inspiración para las presentes y futuras generaciones, pues para alcanzar la cima no sólo le bastó poseer un gran talento atlético, sino además valerse de férrea disciplina y perseverancia en una época signada por la discriminación racial en la sociedad estadounidense.

Nacido en un humilde hogar en los Bajos de Haina el 12 de mayo de 1935, el hoy venerable patriarca, desde muy joven se inscribió en la Universidad de Santo Domingo con la idea de llegar a ser un destacado médico, pero siendo el hijo mayor y dada las precariedades económicas de la familia, se vio obligado a firmar un contrato para el profesionalismo con los Gigantes de San Francisco en 1955.

Su progreso fue tan meteórico que en tres años (1958) hizo su debut en Grandes Ligas, llegando a ser el segundo quisqueyano en lograr dicha meta luego de Osvaldo Virgil que fue el primero en el 1956. Tuvo una sólida carrera de 17 años y luego de su retiro se destacó como manager durante 14 años al frente de los Expos de Montreal (1992-2001) y Gigantes de San Francisco (2003-2006). Ganó 1,033 juegos.

Fue un excelente jardinero y primera base que varias veces registró promedio de bateo sobre .300 e ingresó al All-Star por primera vez en 1962, cuando bateó .316 con 25 jonrones y 98 carreras impulsadas; disfrutó de su mejor temporada en 1966 cuando bateó .327 con 31 jonrones y fue líder en hits (218); segundo en bateo detrás de su hermano Mateo (342). Tuvo un buen año en 1968, bateando .317 y liderando la liga en hits (210). Colectivamente terminó con promedio de .286 con 206 cuadrangulares y 852 carreras remolcadas, en tiempos en que se jugaba un béisbol muy exigente con menos equipos y sin el abuso de sustancias dopantes.

También hay que destacar que Felipe fue un jugador que se caracterizó por su ética, el respeto por los demás y nunca estuvo involucrado en broncas y desórdenes en ninguno de los seis equipos en que militó. Está considerado como uno de los grandes íconos de la pelota local por sus impresionantes proezas con los Leones del Escogido como parte de la histórica trilogía con sus hermanos Mateo y Jesús.

Fue escogido como Manager del Año en el 1994 cuando llevó a los Expos a obtener el mejor récord (74 victorias y 40 derrotas), sin embargo, la huelga que se produjo ese año imposibilitó que su equipo tuviera la oportunidad de llegar a su primera Serie Mundial.

Personalmente pudimos sentir el ambiente de optimismo que se respirada en el equipo en aquel momento, pero al mismo tiempo gravitaba el fantasma de la huelga. Una semana antes de irrumpir la misma, fui enviado por el Director de la revista Rumbo, Lic. Aníbal de Castro, para entrevistar a Felipe cuando su equipo visitaba a los Marlins de Miami en una serie que tuvo lugar en el desaparecido Joe Robbie Stadium.

Los Expos, que tenían en su nómina a su hijo Moisés Alou y a Pedro Martínez, se encontraban en el primer lugar de la división Este por encima de los favoritos Bravos de Atlanta.

Jamás olvidaré el trato caballeroso que recibí de Felipe en esa extensa entrevista que mereció la portada de la revista Rumbo, bajo el título de “Felipe Rojas Alou, La otra cara de una estrella”.

Su inteligencia emocional fue un factor decisivo para su superación en el terreno de juego al tiempo que proyectaba una excelente imagen pública sin aspavientos, factores que lo llevarían a convertirse en una respetable personalidad para orgullo de todos sus connacionales.

 

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