Aunque cada uno de los más de 500 recicladores que convergen en el Eco Parque Rafey tenga su propia historia y sea digna de contar, la de Felipe Rosario destaca porque ha demostrado que, si quieres, todo lo puedes.
Con 25 años de edad y 7 trabajando en el vertedero, Rosario no se avergüenza de lo que es, vive el momento, sueña con ser un gran médico y, a la par que ofrece una sonrisa muy de él, afirma que los que recicladores son actores económicos y medioambientales muy importantes. “En nuestro país seguimos la lucha por construir una mejor visión para los que ejercemos este oficio, donde a la mayoría les da vergüenza ser lo que son. Yo vivo feliz, trabajando porque sé que algún día todo será mejor”, comenta.
Posteriormente recuerda que ayer se conmemoró el Día Mundial del Reciclador en memoria de la masacre que tuvo lugar en Colombia, donde 11 recicladores fueron asesinados hace 23 años en la Universidad Libre de Barranquilla. Aún, dice, los recicladores luchan porque se reconozca su trabajo.
Inicios. Tras llegar de Cotuí en el 2009 y con pocas expectativas de trabajo, se instaló en el barrio de Santa Lucía, donde se encuentra el depósito de basura y, luego de unos días de andar vagando, llegó hasta el lugar, vio cómo mucha gente trabajaba allí y se quedó a ver si ganaba por lo menos lo de pagar la casa y ayudar a su madre. “Fue un momento muy difícil, pero yo quería trabajar porque quería ir a la universidad a estudiar ciencias políticas. Y aquí en el vertedero me quedé porque me fue muy bien”.
El tiempo fue pasando y hace tres años, con el dinero ganado en el vertedero, Felipe cumplió su sueño de inscribirse en la universidad. Hace un año, sin embargo, cambió las ciencias políticas por la medicina.
“Me di cuenta que esa era mi verdadera vocación y desde donde voy a ayudar a mi familia y a mis compañeros de trabajo a cuidarse mejor”, explica.
Tras decir esto, señala que un 20% de los jóvenes que laboran en Rafey no han tenido ningún nivel de escolaridad y la mayoría del otro 80% ha terminado el bachillerato y no se ha interesado en llegar a la universidad. “Solo yo estoy en la universidad y yo la voy a terminar con la ayuda de Dios y de mí mismo. Ahora me aprobaron una beca y estoy muy contento”, dijo.
Residuos. En su avance como buzo, Felipe cuenta que trabaja en el proyecto Zack, que resalta la importancia de una adecuada gestión de residuos y el potencial de co-procesamiento de residuos para la reducción de las emisiones de GEI.
“Todo se aprovechará porque hasta ahora de unas 5 mil toneladas de desechos que ingresan al vertedero de Rafey a diario solo un 10% es material de aprovechamiento para los recicladores. Con este tema, más del 80% de esos desechos podrán ser reciclados. Esto significa una gran ganancia para nosotros económicamente pero además un aporte para el medio ambiente”, dice convencido.
Para citar un ejemplo habla de las gomas, que al final se entierran o se queman. Con este proyecto, este material se aprovecharía para otras cosas. “Zack debió de llegar antes, pero también creo que ahora es nuestra gran oportunidad para desarrollarnos como recicladores ya que genera más dinero para nosotros”.