República Dominicana inició su participación en los Juegos Olímpicos hace 58 años (Tokio, 1964) y desde entonces su Himno Nacional ha sido entonado solo en tres ocasiones en el más importante evento deportivo multidisciplinario del planeta.
Dos atletas son los protagonistas de esa hazaña; el velocista Félix Sánchez (dos) y el boxeador Félix Díaz (uno).
Subir a lo más alto del podio olímpico representó para Félix Díaz un largo trayecto, cargado de recurrentes obstáculos, algunos de los cuales pusieron en peligro su carrera boxística.
“En ocasiones, me sentí tan decepcionado y frustrado que llegué a pensar seriamente en el retiro”, confiesa el ganador de medalla de oro en el peso ligero welter de los Juegos Olímpicos Beijing 2008.
El sueño de convertirse en campeón olímpico pudo haber colapsado para el nativo de Sabana Perdida.
En 2004, es decir cuatro años antes y después de su participación en los Juegos Olímpicos de Atenas, el único boxeador de América en conquistar presea dorada en Beijing 2008 firmó para el profesionalismo, con lo cual se despedía del amateurismo.
“Me firmó un promotor de origen haitiano, recibí un bono y un pago mensual de 500 dólares por más de un año, pero nunca debuté debito a que perdí el contacto con él”, recuerda Díaz.
Agrega que fue entonces cuando recapacitó y decidió dar marcha atrás y volver al amateurismo en procura de su puesto en la Selección Nacional, tarea que tampoco resultó fácil, pese a que venía de ganar medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de 2002 en San Salvador.
“No pude hacer el equipo para defender mi condición de campeón en los Centroamericanos y del Caribe de Medellín, Colombia, en el 2006, pero no desmayé y para los Panamericanos Río 2007 tuve el honor de volver a representar a mi país con el mismo orgullo con que siempre lo hice”, recordó.
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Malas decisiones
Félix confiesa que no fue una, dos ni tres veces que tomó la decisión de retirarse del boxeo, con lo cual nunca había alcanzado su sueño de convertirse en campeón olímpico.
“Me decepcionaban y provocaban impotencia las malas decisiones de los jueces que me robaron peleas que creía haber ganado con amplitud”, sostiene.
Recuerda que esa situación le pasó en dos ocasiones cuando buscaba su clasificación para los Juegos Olímpicos de Beijing.
“Primero, en el clasificatorio mundial de Chicago 2007, cuando supuestamente perdí por un punto la pelea que me daba la clasificación a Beijing. Ahí dije no voy más”, sostiene. Reveló que el consejo de algunas personas lo hizo reflexionar y rectificar.
Sin embargo, la historia se repitió en el segundo clasificatorio, el mismo año, en Trinidad & Tobago, donde le empataron una pelea con el representante local.
Al final le dieron el triunfo a su rival, que era el competidor de Trinidad & Tobago.
“Luego de que me robaron un triunfo en Trinidad & Tobago, salí del área de peleas y exclamé…pero Dios mío, qué necesito hacer para que me reconozcan mis victorias. Temí quedar fuera de Beijing”… Finalmente, logró la clasificación en Guatemala.
Otras amenazas
Desde niño, Félix Díaz debió lavar carros para obtener el “dinero” que le permitiera asistir a un club de boxeo y a la escuela en procura del “pan de la enseñanza”.
Confiesa que debió superar muchos obstáculos para hacer realidad su sueño de convertirse en campeón olímpico.