¿Feliz Navidad, felices fiestas?

¿Feliz Navidad, felices fiestas?

Nadie sabe cuántos millares de dominicanos seguirán hacinados, arrinconados, arrimados en casas de amigos y familiares, como consecuencias de los días de lluvias mayores que las precipitaciones ocurridas durante el ciclón David y la tormenta Federico. Creo que estas aguas fueron más abundantes, más continuadas.
Esas lluvias demostraban la vulnerabilidad de nuestro país en todos los sentidos: represas rebozadas, calles y avenidas convertidos en ríos corrientosos que se llevaron aceras, contenes, afirmado de las calles, socavaron cimientos de casas construidas en lugares precarios, sin el debido respeto por las normas elementales de seguridad.
Con un olímpico desprecio por la vida y la calidad de la vida de los dominicanos, el gobierno reparte millones de pesos en cajas que contienen alimentos y bebidas, para que centenares de miles de personas puedan cenar en Navidad. Como siempre, el caramelo que endulza la vida un día y se convierte cada noche en un recuerdo amargo y en una ansiedad constante ante la ninguna respuesta a la pregunta: ¿y qué vamos a comer hoy y mañana?
Los chinos con su sabiduría de siglos enseñan que lo importante no es regalar un pescado, lo importante es enseñar a pescar para que haya oportunidad de comer todos los días.
Las lluvias desnudaron las carencias, las fallas, las vagabunderías, los robos, la corrupción, el cómplice dejar hacer, dejar pasar.
Todos los caminos, calles y carreteras construidos bajo la política del brigandaje ejercida por supervisores cómplices de la corrupción que ronda las construcciones públicas, en las cuales las inspecciones y los inspectores actúan en favor del incumplimiento de las normas y controles propios de la ejecución de obras del gobierno o de los ayuntamientos, las cuales son entregadas e inauguradas sin que se realice un peritaje que determine la calidad de los materiales, el grosor de las vías, la resistencia de las vías al peso de los camiones y otros vehículos.
Por supuesto, tan pronto como ocurre cualquier cosa inusual, las obras colapsan y lo peor del caso es que nadie investiga nada, lo que se dispone es la reconstrucción con los mismos procedimientos corruptos que benefician a constructores y autoridades, también seguirá la permisividad de que los pobres construyan en el lecho seco de ríos que volverán, en la orilla precaria de las barrancas
¿Feliz Navidad, en República Dominicana? ¿Para quiénes?
Por supuesto que hay Feliz Navidad, Felices Fiestas, para los que reconstruirán las obras dañadas por las aguas, para las autoridades que supervisan con ojos de tuertos, para la cadena de bandidos que actúan en contra del país.
Esto no puede seguir. No es cosa de reír. No es tiempo de llorar. Es tiempo de actuar para cambiar el país, aunque tengamos que ponerlo patas arribas.

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