Feliz

Feliz

Increíble pero cierto, la gente es feliz. República Dominicana ocupa este año el segundo lugar en el Índice de Felicidad que produce una entidad británica que se dedica a categorizar los países según su nivel de bienestar.

Los promotores del estudio decidieron utilizar indicadores alternativos para medir la felicidad porque no estaban satisfechos con factores económicos como el Producto Interno Bruto.

Adoptaron un sistema de tres indicadores que consideran mejores para conjugar el bienestar personal con la protección ambiental: esperanza de vida al nacer, prácticas ecológicas y el nivel de satisfacción que expresa la población.

Al difundirse la noticia en República Dominicana, la reacción generalizada que escuché fue de duda y cinismo. “No puede ser”, “están locos”, “ese estudio no sirve”, “los dominicanos felices: ja, ja, ja”.

Fui a la fuente primaria para conocer la descripción del estudio y comprender mejor sus resultados. Ahí descubrí que muchos de los países ubicados en los primeros lugares del índice son de América Latina y el Caribe.

Se me ocurrió entonces una explicación a la luz de los indicadores utilizados.

América Latina y el Caribe han mejorado sustancialmente la expectativa de vida de su población en los últimos 50 años. La región se ha urbanizado considerablemente y ha mejorado el nivel de escolaridad y la atención médica. En este indicador la región está bien posicionada, e igual República Dominicana.

En las prácticas ecológicas, el estudio considera negativa la sobre utilización de recursos naturales en relación al tamaño de la población y el territorio. En este aspecto, los países desarrollados tienden a quedar mal porque utilizan muchos recursos naturales para generar bienestar. Los países de América Latina y el Caribe, por el contrario, consumen pocos recursos, no necesariamente por conservarlos, sino por la pobreza que afecta un amplio segmento de la población.

Aunque parezca un buen indicador de bienestar, el bajo consumo por pobreza no es exactamente positivo, a pesar del efecto deseable de menor explotación de los recursos naturales.

La extensión de áreas protegidas sí es un indicador positivo de bienestar. Por eso la República Dominicana debe hacer un gran esfuerzo por mantenerlas y expandirlas, en vez de exponerlas al daño, como podría suceder con la instalación de una cementera en los entornos del Parque Los Haitises.

El tercer factor se relaciona con la satisfacción de vida que expresan las personas en los distintos países. A pesar de los problemas que aquejan la sociedad dominicana, la gente tiende a expresar en las encuestas que se siente satisfecha con la vida.

En el Barómetro de las Américas, que no tiene ninguna relación con el Índice de Felicidad, se hizo la siguiente pregunta en la encuesta de 2008: ¿Hasta qué punto se encuentra usted satisfecho con su vida? 51.2% respondió muy satisfecho, 39.4% algo satisfecho, 7.7% algo insatisfecho y 1.7% muy insatisfecho. Los datos reflejan un alto nivel de satisfacción general con la vida.

Estos números no pueden entenderse exclusivamente en función de la situación económica personal o las deficiencias gubernamentales del país. Hay que contemplar aspectos relacionados con la interacción cotidiana, los niveles de espontaneidad en las relaciones sociales, la camaradería y la solidaridad.

En estos aspectos de interacción humana, la sociedad dominicana muestra rasgos altamente positivos, aún a pesar del aumento en la criminalidad en los últimos años. Sigue siendo una sociedad relativamente pequeña y gregaria.

Las redes de apoyo familiar y de amistades juegan un papel fundamental en reducir la soledad tan alienante en países desarrollados. Y también deberíamos agregar para computar la felicidad dominicana un buen merengue ripia’o y una buena bachata, aunque sea de amargue.

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