Por el número de mujeres asesinadas, por la cantidad de niños huérfanos, por los traumas que genera, y por el impacto de influencias negativas que representan; los feminicidios hay que declararlos de catástrofe nacional en alerta 24 horas al día.
Sus orígenes van desde una educación genérica desigual, con unos roles asumidos y reforzados según sea el sexo. Machismo, patrifocalidad, un sentido de pertenecía asumido, sobre apego, dependencia emocional, angustia de separatidad no resuelta, baja autoestima, trastornos psico emocionales no superados, poco tolerancia a la frustración, mal manejo de la ira y de los impulsos; hasta falta de habilidades y destreza para el manejo adecuado de los estresores psicosociales, junto a las determinantes de pobreza, exclusión social, trastorno de personalidad y el abuso de sustancia.
Pensemos en las consecuencias. Muerte de mujeres en edad productiva, traumas en las familias, cientos de niños y niñas huérfanos, quedando afectados de por vida en sus emociones, afectividad y en su forma de pensar. Legitimización de un aprendizaje social del que ama controla, maltrata y produce muerte en nombre del amor. Cultura de violencia aprendida, depresión, estrés post-traumático, pobre expectativa de vida en pareja y familia como proyecto social.
Hablemos de las soluciones. Me opongo a seminarios, talleres y simposiun para establecer diagnóstico, debido a que estamos jartos de contextualizar y no hacer nada; incluyendo la indiferencia y la falta de sensibilización con los feminicidios. Es un asunto de inversión de dinero y acción de políticas públicas del Estado. Propongo abrir 20 casas de acogida, en menos de un mes, con seguridad, una enfermera, una trabajadora social y una psicóloga. Las casas la tiene el Consejo de Drogas y la Dirección Nacional de Control de Drogas que las han quitado a los narcotraficantes. Poner en funcionamiento cinco unidades de psiquiatría forense como auxiliar de la fiscalía, con psiquiatras, psicólogos clínicos, trabajadoras sociales, para establecer diagnóstico de alta peligrosidad o patologías en las parejas violentas, antes de ser despachadas a sus casas. Estas dos medidas disminuyen más del 50% de los próximos feminicidios.
Disponer de recursos para publicidad, psico-educación, en escuelas, clubes, juntas de vecinos y grupos de alto riesgo, para saber qué hacer y cómo detectar el perfil de una pareja violenta. Psico-educación y fiscalización al sistema judicial y policial para que no piensen que la cultura de violencia de género es un problema de marido y mujer.
Aplicar el desarme nacional en cuanto al porte y el control de armas ilegales, y aplicar programas estructurales para cambiar la exclusión social y la vida desigual.
Hay recursos, muchos, pero mal priorizados, y falta de sensibilidad humana e inteligencia espiritual, para responder a está catástrofe nacional.