Fenicios y taínos
En el centro de la historia quisqueyana y precolombina

<STRONG>Fenicios y taínos<BR></STRONG>En el centro de la historia quisqueyana y precolombina

POR  JEAN GHASMANN BISSAINTHE
En el análisis que veníamos haciendo sobre nuestra obra titulada ‘’Los judíos en el Destino de Quisqueya’’, es de suma importancia que aclaremos a nuestros lectores las  tesis desarrolladas por arqueólogos prestigiosos del pasado sobre la presencia fenicia en la Española.

 La primera relación  entre la civilización mediterránea y la americana puede ser hallada en la cultura egipcia, gracias a la influencia de los navegantes fenicios. Por ejemplo, la alta dosis de nicotina que los expertos encontraron en momias egipcias tiene su origen en América porque la única planta de considerable dosis de esta sustancia conocido como planta del tabaco sólo se encontraba en nuestro Continente. Lo más sorprendente es que los estudios sobre el tabaco concluyen que esa palabra viene de la cultura taína.

Los expertos reportan que cuando Colón llegó a la Española, ya la siembra y el uso del tabaco para fines curativos y de culto a los dioses estaba de moda por miles de años en todo el continente americano, es decir entre las poblaciones taína, inca, azteca, entre otras. Sería interesante realizar un estudio profundo para averiguar si esa planta fue transportada primeramente por los fenicios desde nuestra isla hacia Egipto para ser utilizada en la conservación de las momias.

El secreto de la tierra americana y particularmente quisqueyana se conserva  entre los fenicios hasta el momento de la desaparición de su civilización. Sin embargo, ellos nos han dejado algunas pistas para creer que estuvieron en nuestro Continente y que solamente los taínos, si no fuera desmenuzada su sociedad o desaparecido en gran parte su legado, podrían hablarnos mejor de ellos. Quisqueya fue descubierta una vez y redescubierta otras veces. El gran navegante Cristóbal Colón  admite en una de sus cartas dirigidas al príncipe Don Juan de Castilla que él no fue el primer almirante de su familia. En sus palabras: ‘’Yo no soy el primer almirante de mi familia.

 Póngame pues el nombre que quisieran, que al fin el rey David, rey sapientísimo fue guarda de ovejas y después fue hecho rey de Jerusalem…’’. En otra carta dirigida a los Reyes Católicos, él dejó percibir que sabía la ruta a seguir para llegar a las Indias y así encontrar a sus hermanos, miembros de las tribus perdidas de Israel. En sus palabras; ‘’No he utilizado  ni razón, ni càlculos, ni mapamundis. Simplemente se ha cumplido lo que predijo Isaías’’.

   Los trabajos arqueológicos realizados en el siglo XIX por Robert Schomburgh y William Gabb y más tarde por Narciso Albertí Bosch a principio del siglo XX son de gran importancia para entender la época precolombina. Sin embargo, uno de los trabajos que más nos ha llamado la atención ha sido realizado y publicado en 1889 por el vizconde Henry Onffroy de Thoron. En su obra, él recogió nombres toponímicos de La Española y llegó a la conclusión de que éstos tenían origen en antiguos nombres mediterráneos, particularmente hebreos.

El fue uno de los primeros investigadores que confirmó que los taínos entendían o hablaban el hebreo. En su obra titulada: ‘’Les Phéniciens à l’ile d’Haiti et sur le Continent Américain’’; menciona más de un centenar de palabras hebreas que hacían parte de los vocablos taínos. Reconoce también que los fenicios y los griegos fueron los primeros  en atravesar el Atlántico en tiempos antiguos. En sus palabras: ‘’Los fenicios y los griegos desde los tiempos antiguos navegaban por todos los mares’’. Más adelante, Albertí Bosch se inspiró de los trabajos de Schombergh y de Gabb para investigar y aclarar hechos importantes para la historia de Quisqueya.  En uno de sus trabajos realizados en los Haitises a principio del siglo XX, el investigador dominicano encontró en la entrada de la caverna Caño Hondo una cabeza escúlpida en la roca y un sapo con barbas. Junto con esas figuras, él observó una especie de mano humana.

Interpretó la figura como el Thot egipcio, el Hermes de los griegos, el Hércules de los fenicios. En la misma entrada de esa cueva, encontró también un pilar natural de tres metros de altura cuya mitad superior tiene algunas inscripciones que confirman la presencia de los navegantes fenicios en la tierra de Quisqueya. Según él, esa cara escúlpida es una evidencia de que las expediciones fenicias estuvieron en la bahía de Samaná hace casi 2.800 años.

   Lo que da crédito a la investigación de Albertí Bosch y que el Dr Esteban Deive refuta u observa con sospecha, es la experiencia del arqueólogo dominicano en las montañas del Cibao, actual Constanza. Él encontró unas paralelas de piedras y tierras que según él son de origen hebreo porque representan la letra Beth del alfabeto hebreo. Para nosotros, sería la misma palabra reportada por De Thoron en su libro, es decir bina-tholi en lengua taína y en hebreo fonda-binah que significa en ambos idiomas construcción, edificio, fundación, casa, tienda, batei o apartado donde vive el jefe.

Albertí Bosch sigue con su argumento diciendo que: ‘’Me parece que queda suficientemente demostrado que esas paralelas hechas con piedras parecidas a trincheras y que así mismo se encuentran en Tireo, Río Jimenoa y Llanos de Mao y Montecristi, adondequiera que aún  se conservan huellas de poblaciones indígenas. Ellos son los testigos irrecusables de que aquí habitó un pueblo hebreo del cual se conserva sus recuerdos’’.

   En otras investigaciones realizadas en nuestra isla se han encontrado espátulas vómicas artísticamente detalladas en hueso de manatí, concha de caracol, de madera o decorados con incrustaciones de oro.  Por otra parte, el profesor Esteban Deive se sorprende cuando señalamos en nuestra obra a  Bob Corbett quién cree que los espíritus petro están enraizados en la cultura taína. Para contrarrestar al experto del voduismo, el historiador español sostiene que: ‘’ El fray Ramón Pané, el humilde ermitaño de la orden de San Jerónimo por mandato de Colón fue a vivir entre los nativos de la Española y describe sus deidades o cemíes como pusilánimes y temerosos, lejos por tanto de la violencia de los petros’’. Pero, nos preguntamos, si es posible que los dioses de los aborígenes pudieran ser temerosos sin ser violentos o malvados. Habría que ser un estudioso o un iniciado de la religión vodú para entender mejor las ocurrencias en ese mundo superior. Los cronistas de Indias describen los areítos como ceremonias complejas en las que la literatura oral se narra en forma de historias místicas. Ellas son acompañadas por música y ritmos producidos por trompetas, maracas, flautas, silbatos y fotutos de caracol.

En la magia vuduista existe la división indígena, en la cual los sacerdotes e iniciados invocan los espíritus ante los altares con cantos y música, con vasos llenos de agua y algunas réplicas de cemíes o ídolos taínos. Hay dos dioses superiores para los taínos: primero, Yucahú que es el espíritu del casabe, de la fertilidad de la tierra  y del mar y segundo Atabey que es la madre de Yucahú que simboliza la tierra misma. Creemos que los que entienden la cosmología y la filosofia del vodú o los que lo practican, asimilan en parte los rituales indígenas.  

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