Cuando nos referimos al carácter histórico de la única exposición individual de Fernando Botero presentada en Santo Domingo, es por varias razones.
Habían designado a Santo Domingo como Capital Cultural de Latinoamérica en 2010, y este honor contribuyó a facilitar el acontecimiento artístico.
Tres instituciones colaboraron y asumieron tan magna empresa cultural: el Museo Nacional de Colombia, la embajada dominicana en Bogotá- siendo embajador Ángel Lockward, y el Ministerio de Cultura, que aportó medios, respaldo y entusiasmo.
La Galería Nacional de Bellas Artes fue sede y organizadora local. Se requirieron meses de gestión internacional, de preparación y coordinación museográfica.
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Probablemente nunca una exposición haya culminado en un éxito comparable de público, entre colas y protestas… por minutos de retraso en la apertura.
Pero consideramos de primordial índole histórica el tema de la exposición: “El Dolor de Colombia”. Nunca se ha repetido igual responsabilidad.
Fernando Botero, comprometido
El deceso de Fernando Botero ha causado una profunda emoción por su fama sobresaliente, su dedicación simultánea al dibujo, la pintura y la escultura, la excelencia y el valor de su creación, durante más de 70 años. Él dibujó hasta sus últimos días.
Una obra de Fernando Botero se sitúa entre virtuosismo, refinamiento y pulcritud. Ese impacto y sello único proviene, para una gran mayoría, de la corpulencia de los personajes, su carácter monumental, su voluptuosidad, cualidades más relacionadas con la estética que un sentido crítico.
El mismo artista expresó: “En cuanto a mí, pienso que el arte debe dar placer, y no hacer sufrir ni molestar”. No obstante, ha dicho también: “La injusticia me hierve la sangre”.
Fernando Botero, residente once meses sobre doce en ciudades del exterior, sentía a Colombia, a su gente, de manera particularmente intensa. Le dolía cuánto padecía el pueblo y cuando la violencia le golpeaba. El plasmó repetidamente esta aflicción en una colección de 67 obras: “En vista de la magnitud del drama que vive Colombia, llegó el momento en el que sentí la obligación moral de dejar un testimonio sobre un momento tan irracional de nuestra historia”.
El dolor de Colombia
La serie de “El Dolor de Colombia” es parte de una muy generosa donación de Fernando Botero al Museo Nacional de Bogotá. Proyecta pues el amor del maestro por su tierra y su gente, y cómo él sufre ante miedos, agresiones, torturas, mutilaciones, secuestros, muertes, padecidos por mujeres, hombres y niños.
Fue un período de violencia trágica, por tráfico de droga y conflictos armados.
Es excepcional que un creador plástico los haya puesto en evidencia, con tanta crudeza, para que la mirada del otro, de nosotros, se estremezca, más allá del goce estético -¡que se borra aquí ante la congoja o el horror!-. Estas 25 pinturas al óleo, seis acuarelas, 36 dibujos de diferentes técnicas y materiales, expuestos en el Palacio de Bellas Artes, desplegaron un arte testimonial de una fuerza contundente y tradujeron activamente la indignación de Fernando Botero. Hubo después, pero no hemos visto los originales, otra serie, todavía más fuerte, “La Prisión de Abu Ghraib” en Irak. ¡Fernando Botero dijo que la había hecho para “sacarse la rabia”!
Una gran generosidad
Fernando Botero, con su proverbial generosidad hacia el país, entregó en donación a los colombianos, a través de varios museos -de Bogotá a Antioquia- , una cantidad abundante de sus dibujos, pinturas y pequeñas esculturas.
El fundó aun un Museo Botero, obsequiando obras personales y su colección de artistas célebres, con la condición de que sea gratuito y que haya mantenimiento perfecto. También donó 25 esculturas monumentales a la ciudad de Medellín.
Además, él se hacía cargo de becas para artes visuales, literatura, música, sin que se supiera…
Algunos dirán que sus obras valían oro y le habían hecho un profesional muy acaudalado… Sin embargo, muy pocos, con la misma fortuna y más, han sido tan comprometidos como Botero, que lo debió todo a su talento y a un trabajo obsesivo.