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POR JOSELIN RODRÍGUEZ
Avalado de una fuerte documentación e investigación bibliográfica, Fernando Casado afirmó que la criolla, al igual que el son y el bolero, es de origen dominicano y no cubano como errónea e históricamente se ha insistido.
Durante un conversatorio en la Biblioteca República Dominicana, citó que la criolla tiene sus antecedentes en la barcarola (canción de barquero, especialmente, de los gondoleros venecianos, de ritmo balanceado).
«La criolla tiene su origen en la cultura romántica, su versificación y ritmo, netamente europeo, desprendido de las venecianas barcarolas, que nuestra bohemia transformó en barcarolas criollas y luego en criollas», explicó Casado.
Indicó que la barcarola fue conocida en República Dominicana hacia 1856 y que diez años después ya había una pléyade de criollistas, entre los cuales citó a Eugenio Perdomo.
«Cuando Sindo Garay, un famoso cantante popular cubano vino a nuestro país en 1895, ya hacia tiempo que la criolla era una realidad. Efectivamente, es él quien lleva la criolla a Cuba, luego de haberla escuchado aquí. Para mí es un mayúsculo error no reconocer que la criolla es dominicana», recalcó el artista.
El intérprete de «Lucía» señaló que Garay, durante su estancia en el país, aprendió la criolla «La Dorila» y otros temas del cancionero dominicano, y a su regreso a Cuba las popularizó. «¿Cómo Sindo Garay pudo haber sido uno de los creadores de la criolla?, se preguntó Casado.
«Sindo reconoció que no sabía leer ni escribir y que aprendió La Dorila en el Santo Domingo de sus amores».
El artista oriundo de San José de Ocoa propuso a la Secretaría de Cultura la realización de festivales en los que la protagonista principal sea la criolla, esto con el objetivo de mantener vivo y latente este romántico género musical.
«Estos festivales podrían gestar el nacimiento de una generación de compositores, intérpretes y músicos de criolla, que modernicen y propicien una nueva criolla».
Propuso que se retome una tradición que había en las escuelas, como «La hora escolar», que consistía en que a cada escuela se le daba en la estación estatal una hora para que sus alumnos interpreten temas musicales.
