Fernando tiene razón

Fernando tiene razón

POR  FRANCISCO ALVAREZ CASTELLANOS
Fernando Alvarez Bogaert acaba de publicar en HOY un artículo (en dos partes), sobre el problema haitiano en nuestro país. Y lo hizo sin rebuscamientos, diciéndole “al pan, pan, y al vino, vino”.             

Todo el que haya leído dicho artículo tiene material para pensar profundamente en lo que en el mismo se trata. Alvarez Bogaert, figura importante de nuestra política desde hace muchos años, ha dirigido al Grupo Río-Unión Europea un trabajo titulado, “En busca de la verdad no descubierta: El caso de la migración haitiana hacia la República Dominicana”.

Señala el articulista que “nuestro país, desde hace diez años, ha sido sometido a una despiadada campaña ejercida desde afuera y desde adentro”. Estoy completamente de acuerdo.

Y añade que, además de dicha campaña afectar nuestro prestigio como nación, “ si no la enfrentamos con la verdad, generará, como ya se vislumbra, consecuencias económicas y sociales devastadoras para nuestro pueblo”. Sigo estando de acuerdo.

Alvarez Bogaert niega rotundamente que el pueblo dominicano  sea “racista y anti-haitiano” y recuerda que actualmente en nuestro país reside más de un millón de haitianos, la mayoría ilegalmente pero “compitiendo en igualdad de condiciones con los obreros dominicanos”. Aquí tengo algo que decir, aunque comparto gran parte de lo antes dicho. El obrero dominicano, tanto de la construcción como el peón agrícola, exige salarios más altos que el haitiano y los empresarios, sin fijarse en lo que esto significa para el futuro nacional, emplea cada vez más la mano de obra haitiana.

Asegura Alvarez Bogaert que el 20 por ciento de nuestra fuerza laboral…¡es haitiana!. Más no dice que gran parte de los salarios de los obreros y peones haitianos sale para Haití, lo que está incidiendo negativamente en nuestra economía.

Sin embargo, Alvarez Bogaert apunta que en dos sectores vitales para nuestro país, económicamente hablando, como lo son la industria de la construcción y el turismo, la mano de obra haitiana campea por sus respetos hasta tal nivel que yo, en un viaje que hice a Bávaro hace un par de años, vi algo que me puso a pensar hondamente, aparte de que me arruinó el viaje. Vi turistas extranjeros montando a caballo… pero a haitianos llevando de las riendas a los animales y cobrando…¡en dólares por ese “trabajo”!.

Alvarez Bogaert califica de “abrumadora” la carga social y económica que representa para el país la existencia de cientos de miles de haitianos ilegales.

En relación a países como Estados Unidos, Canadá y Francia, que esperan que la República Dominicana se eche al hombro el problema haitiano, Alvarez Bogaert pregunta si “es acaso posible que se le pida a una nación que se suicide”.

Desde mi punto de vista y sin patrioterismo alguno, de seguir las cosas como van, dentro de quince o veinte años habrá un Paul Pié en la Presidencia de la República. Entonces habrá llegado la hora de derribar el Altar de la Patria, borrar de los libros de historia a los Duarte, Sánchez, Mella y miles de patriotas que forjaron nuestra nacionalidad; eliminar el Panteón Nacional y todo lo que represente lo acontecido el 27 de febrero de 1844.

Estimo que muchos dominicanos deben hacer lo mismo que Fernando Alvarez Bogaert. Es decir, escribir, decir, plantear lo que está pasando ahora y lo que puede pasar después. Y, finalmente, el Gobierno actual, como todos los demás que hemos tenido desde el 1937 hasta la fecha, debe hacer algo en favor de nuestro país. Y algo podría ser poner en vigor la ley de Inmigración, que hace tiempo que está aprobada.Ya es tiempo, pues, de que hagamos algo, pero rápido.

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