Ferran Adriá, considerado
el mejor cocinero del mundo

Ferran Adriá, considerado<BR>el mejor cocinero del mundo

Caius Apicius
 MADRID. EFE.
Desde hace ya unos cuantos años abundan las voces, españolas o no, que proclaman una supuesta superioridad universal de la cocina española, superioridad que hay que decir desde el principio que no existe, basándose en el fenómeno Adriá.

   Ferran Adriá ha sido proclamado, seguramente con razón, el mejor cocinero del mundo. Sin duda es el más creativo, el más transgresor, el que ha abierto más caminos, basándose sobre todo en un dominio asombroso de las nuevas -y no tan nuevas- tecnologías que le brinda la industria alimentaria.

   Pero una cosa es que el mejor cocinero del planeta sea español, si es que lo sigue siendo, y otra que la cocina española sea la mejor del mundo.

La cocina de Adriá no representa más que al propio Adriá… como la de Blumenthal no es ejemplo de la cocina inglesa, ni las de Keller o Trotter de la estadounidense. Son cocinas personales. Otra cosa pasa con los franceses, que siempre serán franceses, o con algún cocinero peruano tipo Gascón Acurio, cuya cocina es personal, sí, pero fundamentalmente peruana. La verdad es que la cocina española nunca fue para echar cohetes. Hay más memoria de hambres, y no sólo por la exageración de la novela picaresca, que de banquetes del estilo de los celebrados en las cortes de Borgoña, Florencia, Milán o Londres. El español, se dice, ha sido siempre austero. Sí: a la fuerza ahorcan.

   Para el hombre medieval y renacentista, y lo sentimos por los vegetarianos, comida y carne eran sinónimos. Para los españoles, de carnes, poco. Había bastante ganado ovino, sí; ovejas merinas, cuya lana es apreciada en todo el mundo… y que se criaban por ella, no por su carne.

Queso de oveja, sí; carne de carnero… escasa, cara y apreciada.

Encima, la trashumancia de los rebaños y sus privilegios fue causa de la decadencia de la agricultura; las luchas entre ganaderos y agricultores de las películas del Oeste se vivieron en España ya en la Edad Media.

   ¡Vaca? No, hombre, no. Eso… los ingleses, inventores del roastbeef. Aquí, las vacas servían para tirar del arado, o del carro.

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