Festival “7 días con el Pueblo” permanece en el recuerdo

Festival “7 días con el Pueblo” permanece en el recuerdo

En la historia del festival  de canciones de protesta conocido como Siete días con el pueblo debe constar que  José Enrique Trinidad, Wilfredo Alemany, Freddy Ginebra y Dagoberto Tejada, entre otros, se dedicaron a la promoción del evento y de los artistas en la radio.

Paula Terrero, la compañera de Chico González, coordinó la publicidad pagada en los periódicos, y la entonces esposa de Huchi Lora  -Amalia Ramírez- manejó los pasajes aéreos y las rutas de los artistas que vinieron al Encuentro, desde la agencia de viaje que para esa época administraba. Esta agencia le otorgó a crédito los pasajes a la CGT sin pedir ninguna garantía ni adelanto.

Una pareja de jóvenes norteamericanos que se enteró en Nueva York de que se estaba organizando “7 Días con el Pueblo”, vino meses antes de la fecha, incorporándose al trabajo de forma voluntaria. Nancy Clark y Robert Newton hicieron de todo: ayudaron en la impresión de los afiches, a la organización y entrenamiento del cuerpo de orden (los dos eran karatecas, cinturón  negro), a levantar las tarimas y escenarios, tomaron fotos, etc,

La estructura de la CGT se responsabilizó de la movilización de los trabajadores desde las fábricas al evento, la venta anticipada de las boletas, especialmente de la primera noche de apertura, y del control de los estadios.

“7 Días con el Pueblo”, no contó con patrocinio comercial ni con subsidió gubernamental. Se financió mediante el crédito de amigos que le creyeron a la CGT y a Expresión Joven de que vendría al país un grupo de reconocidos cantautores, con el dinero de las boletas vendidas semanas antes en las fábricas y con el aporte gratuito en especie y trabajo de personas del pueblo.

Las compañeras y compañeros que pegaron la propaganda en las calles, que trabajaron en el cuerpo de orden, o que transportaron los materiales en sus vehículos, no cobraron un solo centavo. Tampoco se les pagó a los artistas por su participación. Ni un solo centavo se gastó en alojamiento. Todos los artistas fueron acogidos en casas de familia y sus anfitriones se ocuparon de trasladarlos y de cualquier otra necesidad. Un comité de amigos integrados por prefesionales y profesores universitarios, entre los que recuerdo a Orlando Martínez y Federico Founder, entre otros, se dedicaron generosamente a esta labor.

Esta forma de financiamiento funcionó
El evento produjo en venta de boletas suficiente dinero para cubrir los gastos, incluidos el pago al gobierno de los alquileres de las instalaciones y el 10% de impuesto por espectáculo público, y para financiar, meses después, la impresión de una revista sobre el acontecimiento y producir discos con las grabaciones de las actuaciones en vivo de los cantautores.

Previo al Encuentro
Dos meses antes de su celebración, se realizaron pre-encuentros en todo el cordón fabril de la ciudad de Santo Domingo, que consistían en presentaciones artísticas con los cantautores nacionales a las puertas de las fábricas, tanto al medio día como en la tarde, al final de la jornada de trabajo. Se aprovechaba la congregación para anunciar la próxima celebración de “7 Días con el Pueblo”, se repartían panfletos, se distribuían y pegaban afiches, y se vendían las boletas. Este contacto entre artistas y trabajadores a las puertas de las fábricas, tuvo un efecto enorme para que los trabajadores asumieran el evento como propio.

Un resultado de la efectividad de este innovador medio de promoción fue la concurrencia masiva de trabajadores de la primera noche y las consignas que el público lanzó a favor de la CGT, por la libertad sindical y en apoyo de los trabajadores telefónicos.

Llenos espectaculares
“7 Días con el Pueblo” representó el evento más masivo que hasta ese momento se había realizado en el país y la expresión más contundente del deseo del pueblo dominicano por la instauración de un régimen democrático, por la libertad de los presos políticos y el regreso de los exiliados.

Todas las presentaciones fueron un lleno total, desbordante, tanto las celebradas en Santo Domingo como en San Pedro de Macorís y Santiago. Las presentaciones se realizaron en grandes instalaciones deportivas, salvo las de Casa de Teatro que tenían un carácter de intercambio más próximo entre los cantautores extranjeros y los artistas e intelectuales dominicanos. También se realizaron paralelamente, encuentros con los artistas en locales sindicales y en los clubes barriales. En estos encuentros, por lo general, los artistas no cantaban, sino que conversaban con el público asistente.

Pero los llenos más espectaculares se produjeron en Santiago, donde la multitud desbordó la capacidad del cuerpo de orden de la CGT y de la policía, entrando al Estadio Cibao como una manada de elefantes, y la clausura, en el estadio Olímpico. En esta última presentación, domingo 1 de diciembre de 1974, todos los sectores sociales se volcaron al Estadio Olímpico. Hasta los principales funcionarios del gobierno llegaron, ocupando una parte de ellos la cabina reservada para la prensa e invitados especiales, a la que en ningún momento tuvimos acceso los organizadores.

Esa noche ocurrió algo verdaderamente emocionante. En un momento del programa, un grupo de los cantautores, encabezado por Mercedes Sosa, tomó una tela que había traído al estadio el Comité de familiares de presos políticos, exiliados y desaparecidos,-creo que Carmen Mazara y otras viudas la tenían en las manos-  y comenzaron a marchar detrás de ella, desplegada, por la pista. La multitud enardecida se puso de pie, brincó, lanzó consignas. Era un mar furioso que reclamaba la libertad de los presos políticos, el regreso de los exiliados y el fin de la dictadura balaguerista.

Los funcionarios que habían acudido al Estadio Olímpico, salieron en pánico. Nunca habían estado tan de cerca del repudio popular. Al otro día, muy temprano, las autoridades nos comunicaron que todas las actividades estaban suspendidas y que los artistas internacionales tenían que salir del país antes del medio día.

De esta manera, abrupta y brutal, el gobierno rompió la coexistencia que había mantenido con el evento y sus organizadores. Durante la preparación y promoción de “7 Días con el Pueblo”, las autoridades se mostraron indiferentes. Pero a unos días de la inauguración, el mayor Mejía Constanzo, creo que para entonces era sub-jefe del Servicio Secreto de la Policía Nacional, se apareció en el local de la CGT para hablar conmigo. Nos dijo, en nombre del doctor Joaquín Balaguer, que el gobierno no pondría ninguna dificultad en la celebración del evento, a condición de que la CGT se comprometiera a respetar el orden público y coordinara con la policía el cuidado del orden en los espectáculos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas