Los inicios fueron duros y tienen vivo a sus pioneros, tienen nombres, están vivos…
Se recuerdan nombres, historias, porque 25 años de un festival de cine no son cuento.
Pastor Vega, Saul Yelin, María Padrón, Dolores Calviño, Clarita, Alfredo Guevara, Teresa Toledo, Octavio Cortázar, Humberto Solas, Tomás Gutiérrez Alea y todos los empleados, técnicos del Icaic, la señora simpática del ascensor, que desde hace 25 años han hecho posible este festival del nuevo cine latinoamericano, celebrado en la Habana, como ciudad anfitriona.[tend]
Vendría luego otra generación, Ivan Giroud, actual director, Martha Díaz, Zita Morriña, Elvira Rossell, Ana Rodríguez, Ariel Wood, Alina Pérez, Dulce Delamar, Noemí Fonseca, José Barrios, de nuevo en este equipo Alfredo Guevara como presidente del festival…
Lo importante es que el Festival del Nuevo Cine Latinoamericano ha llegado a sus 25 años y que en ese tiempo ha podido exhibir peliculas de todos los continentes.
No deja de ser curioso que un festival internanacional de cine en una isla, tenga esa profunda vocación universal en la difusión del cine internacional.
Demás está recordar que cuando se funda el Icaic en marzo de 1959 la idea era clara: romper el bloqueo comunicacional, crear arte, formar un equipo en la rama técnica, difundir todo lo que Cuba hacía en los festivales internacionales ganando premios con obras hechas a base de talento, arrojo y visión política.
Aquellos tiempos fueron los tiempos pioneros, no valdría la pena enfermarse de nostalgia, porque las emociones son más altas, a veces que el mismo recuerdo, que se hace ciego y distante.
Lo importante, a los 25 años del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, es que América Latina ha tenido allí una cuna para un cine que en su propio espacio ha tenido problemas de desarrollo y difusión…
En estos 25 años, todo el continente latinoamericano, como si este festival se bañara de Viñas del Mar en Chile (una pinta de cielo en los lentes de Salvador Allende reflejan un cariñoso recuerdo, gota azul de un recuerdo inolvidable), para continuar la obra de una lucha por las pantallas latinomaericanas, pienso en Cosme Neto, brasileño soñador de ese revuelto Rio Janeiro popular y gustoso.
En todo este tiempo, y todas las ediciones seguidas en 25 años, nos hemos dado cuenta que si el festival de la Havana tomó las riendas de Viñas, era que la conciencia por un cine latinoamericano vigoroso, de brillante y fuerte identidad, caminara por el mundo hablando de nuestras realidades, con nuestros rostros, con nuestros humores, con nuestra música, con nuestras tragedias, con nuestros amores, con nuestras mujeres, con nuestros niños, con nuestros hombres, con nuestros paisajes…
Si alguna vez desde dentro del corazón del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de la Habana, se dijera un grito colectivo, se gritaria a lo Caetano Veloso : A Soy loco por ti América, soy loco por ti América@…
Abogamos por una pantalla de cine latinoamericano amplia, jubilosa, por ahí anda el sueño, el gran sueño, que solo con teson es posible crear y vivir.
La presencia de la Muestra Internacional de Santo Domingo en el 25 aniversario del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, fue notable; la presencia del Cine Dominicano, incluyó películas como Pasaporte Rojo (2003) o Palomos, Hijos de la Calle, de Mercedes Jiménez.
Son 25 años de presencia, de persistencia en las ideas de lo que debe ser la gran aventura del cine latinoamericano, no estoy hablando de un mundo imaginario, para nada : los éxitos internacionales de Brasil, Argentina y Chile van contruyendo un camino futuro, irreversible : un cine libre que marcado por el ejercicio de la Democracia en estos países, contribuya a pelear contra los censores y fantasmas que huyen de las nuevas ideas, un cine libre donde los realizadores puedan exoresar con la libertad que el talento creador reclama, esa es parte de esta lucha, no importa el lugar de América Latina, en esos presupuestos están contenido la vigencia de una idea del arte, que para los intelectuales y creadores es irrenunciable, repito : irrenunciable…
Este cine tiene sus rutas y ellas coinciden con las grandes problemáticas sociales de este continente, sus grandes transformarciones, la expresion Atodo cambia, todo cambia@, en la voz de Mercedes Sosa, no es un cuento de hadas chinas, es que todo tiene que cambiar y con más razón : si las prácticas no ayudan a un desarrollo de la humanidad en los tiempos que vivimos…
Desde los 25 años del Festival internacional del nuevo cine latinoamericano observamos que si otro mundo es posible, debemos llegar a la conclusion de que otro cine también es posible, con mayores razones…
El futuro nos deparará mayores desafios, tenemos la gran alegría de saber que los éxitos recientes y pasados, la presencia internacional , firme, del cine latinoamericano en los festivales mundiales, pantallas nuestras en tierras lejanas, todo ello contribuye a mirar estos 25 años con tareas cumplidas y trascendentes.
Que sirvan los 25 años del Nuevo Cine Latinoamericano, como un espejo de gran rostro de América Latina, esparcida en sus mejores logros y visiones, como promesa ya hecha de un mejor cine para exhibir nuestros fabulosos y mejores talentos…
De nuevo, desde los mares y picos, montañas y ríos, volcanes y meandros, archipielagos y promontorios de nubes, podemos decir como la canción brasileña: @Soy loco por ti, América, soy loco por ti de Amores@… Y un eco gigante estremece muchedumbres y pantallas…
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A decir verdad, los que viajan a festivales lo tienen claro: cine, turismo, camaradería, que incluye en el caso de Cuba, mojitos, y los que tienen viejos compromisos con la clase obrera escocesa, whisky, porque esos son compromisos inviolables…
Pero cómo definir el espíritu de un Festival de cine, cómo sentir la presencia de quienes lo dirigen…
Es cierto que el Festival del Nuevo Cine Latinomaericano en sus 25 años ha crecido de forma sorprendente y que la relación personal es diferente, cuando el festival crece de modo apabullante. Cuando una muestra de cine es pequeña, la gente puede ver siempre a sus dirigentes regados por los cines como locos, atendiendo cosas, discutiendo, riendo dialogando.
Hay una presencia inequívoca, abrumadora.
Los invitados sienten el calor de los que organizan la muestra de cine, que en la Habana se llama Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.
Esa relación con quienes dirigen, ese encuentro en celebraciones, garden Party, fiesta de jardines, confraternidades (chicas lindas, no dije Lindas Lidias, ojo) proyecciones de películas, reencuentro de amigos que al final no saben desde qué muestra se conocen, todo eso contribuye a que haya un clima de buen ambiente, de deseos de amistad e intercamnbio…
En cierta medida, la relación humana en los festivales de cine es clave, porque es la que en el fondo permite todo el ambiente emocional para hacer esa labor que es tan diversa en un lugar como aquel: prensa, productores, directores, actrices ( aspirantes actrices, encueras como debe ser, porque en el cine todo entra por el cuerpo), técnicos, fotógrafos, guionistas, que suelen beber mucho para olvidar malos guiones etc.. Hay todo un ejército humano que contribuye a que un clima de fiesta de video y celuloide se haga…
Hace muchos años en el Festival Internacional de la Habana, nombre que es muy querido para el Nuevo Festival del Cine Latinoamericano, veía yo los rostros acelarados, los sudores de Pastor Vega, los gritos de María Padrón, las caras de Dolores Calviño y las histerias de Clara Carballea Estrada, yo tenía mi larga melena rastafariana que creaba inquietud por las calles de La Habana a la vigilancia del régimen, vaya tiempos, el mar apenas lanzaba yodo y corría todos los días por el malecón hasta Centro Habana, son demasiado años en ese éxtasis de personajes inombrables que me asaltan la memoria…
Había un espíritu de Festival de Nuevo Cine Latinoamericano, fuerte y vivaz…
Pese a que el todo el centro de la actividad humana del Festival sigue siendo el Hotel Nacional, con sus excelentes empleados : camareras de grandes risotadas, movimiento por todas partes, bell man que saben de música, francisco el de la puerta, es decir Zunilda en recepción, Martha también, y una pléyade de amigos y amigas, pese a todo eso, es evidente que el Festival ha crecido y no toda la gente se conoce, los organizadores tienen más trabajo y para verles hay que ir por ellos…
Antes había trabajo también, pero les veíamos porque éramos menos incluyendo a Dennis de la Mota, con su gorra de gangster de los años 30, mi buen amigo y crítico y profesor de cine de los Angeles…
Si hago esta nota, si me revuelvo el alma con estas historias, es porque sentí que al 25 aniversario del Festival del Nuevo Cine Latinoamericano le faltó un poco de espíritu, porque además 25 años son 25 años, no es una joda…
Hago votos para que el 26 (número de efemérides de masas, en un país que tiene ritualidad de fechas) Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, pueda traer mejor de espíritu, para ello la Muestra Internacional de Cine de Santo Domingo, celebrará su famoso Garden Party, con un aroma a mar y buen merenge dominicano, que zumbará la malanga, y chicas con franelas de la Muestra Internacional que Dios reparta suerte…
De ese modo, se contribuirá a remover el espíritu del festival…
Lo cierto es que en materia de muestras de cine y festivales, si no hay un claro espíritu lúdico que los guíe, las cosas se nublan, claro depende de lo que se nubla, porque nublado de un gran aura lúdica, esas nublazones son mejores…
Hagamos voto para que el 26 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano tenga más berunte, de verdad que sí…