Festividad común para los isleños

Festividad común para los isleños

Angustiados por la pandemia que sacude a los seres humanos del planeta, los habitantes de la isla de Santo Domingo llegamos a la celebración religiosa más significativa de su santoral, acosados por temores y desazones sin cuento a la espera de un contagio que amenaza a todos los vivos con sus pies sobre la Tierra.

En este día, de tanta significación para la fe de los dominicanos y haitianos, se encuentra que la basílica de la isla consagrada a la veneración de la Virgen de la Altagracia, ha sido cerrada por las autoridades eclesiásticas para evitar un contagio del Covid-19.

Este hubiese sido inevitable por la tozudez de los fieles que en tales circunstancias violan todos los reglamentos de separación y de protección respiratoria.

La  bella e imponente basílica dominicana, una vez rodeada de cañaverales,  es escenario cada año de grandes  muchedumbres llegadas de toda la isla.

Las caravanas eran interminables y eran un dolor de cabeza para las autoridades  de tránsito, responsabilizadas para evitar accidentes y darle asistencia a tanta gente que llegaba a Higüey a cumplir sus penitencias o solicitarles a la Virgen algún milagro.

La veneración a la virgen de la Altagracia es tan antigua como la raza dominicana  desde que los franceses fueron derrotados en la Sabana Real  de la Limonada cerca de Cabo Haitiano.

Allí el gobierno dominicano a raíz del terremoto de enero del 2010 le construyó una moderna edificación para una universidad donada  al pueblo haitiano. Permanece cerrada como un desprecio haitiano a la donación dominicana que ni siquiera le dan el uso para la cual fue construida.

Fue un regimiento de seybanos e higüeyanos, expertos en el manejo del machete, que emboscaron a los franceses el 21 de enero de 1691 y derrotándolos  con una gran masacre que hasta el gobernador francés DeCussy cayó sin cabeza por efectos de la agresividad de los españoles-dominicanos.

Desde ese momento, del 21 de enero de 1691, resurgió y aumentó la devoción por la virgen cuya fecha se celebraba originalmente el 15 de agosto. En 1927 la iglesia dominicana la consagró como fiesta de guardar.

Cuenta la leyenda que la imagen de la virgen de la Altagracia, le fue ofrecida a uno de los hermanos Trejo por un forastero que se la entregó cuando pernoctaba  en una parada del este al regreso de la capital. Estaba entristecido  por que no pudo cumplirle la petición que le había  hecho una hija de una imagen de la Virgen de la Altagracia y no se la pudo conseguir ya que no existía.

200 años antes de la batalla de la Limonada,  la batalla de Santo Cerro había ocurrido en enero de 1495.

Allí supuestamente Nuestra Señora de las Mercedes se convertía en la patrona de  los dominicanos por el apoyo sobrenatural que los españoles obtuvieron para derrotar a cientos de indígenas indignados por la atrocidades que cometían los españoles en contra de ellos y estaban decididos a acabar con los invasores. 

Y en la batalla de la Sabana Real de la Limonada  fueron descendientes de europeos y africanos que habitaban la isla en sus dos colonias decididos a que no adquiriera la supremacía sobre una de los dos razas.

Los franceses, después que se habían asentado en la banda norte de la isla años después de las devastaciones de Osorio en 1605 y ellos querían ocupar toda la isla y no solamente la porción que los españoles le habían concedido de las dos penínsulas y una franja central en la llanura de Guarico y mojada por el caudaloso río Artibonito.

Pese a que la Basílica de Higüey estará cerrada para los cultos de hoy eso no exime a los feligreses  acudir a sus terrenos para ofrecer sus plegarias y cumplir sus promesas.

Que no se atrevan las autoridades, conociendo el proceder draconiano de nuestra policía para hacer cumplir órdenes superiores, querer expulsar a esos devotos que de seguro muchos no sabían de las medidas de cierre de las puertas del santuario dispuesta por el obispado higüeyano pero ya con la popularidad de las redes nadie es desconocedor de las últimas novedades locales y mundiales.

Es una celebración inusual para la población de la isla pero en especial de los haitianos que cientos de ellos  se desplazaban desde su territorio cada 21 de enero para asistir a los cultos reverenciales a la madre de Dios.

A los isleños les ha costado mucho asimilar esta prohibición de no poder acudir a la basílica  milagrosa de la isla, cuesta asimilar esa realidad aun cuando ya existe un poco más de comprensión del problema con la gravedad de la pandemia que a nivel mundial ya ha cobrado mas de 200 millones de  contagiados y unos dos millones de fallecidos.  

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