FF.AA. contra crimen 

FF.AA. contra crimen 

UBI RIVAS
El día 15 de julio último, el presidente Leonel Fernández y el procurador general de la República, doctor Francisco Domínguez Brito, por separado, se opusieron a que las Fuerzas Armadas estructuren patrullas conjuntamente con la Policía Nacional para controlar el crimen que desborda a la sociedad dominicana hoy.

Los argumentos de tanto el Primer Mandatario como del jefe de la judicatura, empero, no fueron convincentes de ninguna manera, por cuanto nuestros institutos armados resultan ser un apéndice vital de nuestra burocracia estatal.

En consecuencia, las FFAA, conforme el artículo 93 de nuestra Carta Magna, son pasibles de ser llamadas por el jefe del Estado cuando estime que su participación contribuye a concretizar planes destinados a promover el desarrollo social y económico del país, el último trayecto de la oración copiado taxativamente del mencionado artículo constitucional.

Resulta que en estos momentos el índice de criminalidad es el más alto en toda la historia republicana de 162 años de turbulento acontecer, y precisamente, este desorden institucionalizado que campea por sus fueros en el país, amerita la participación conjunta de las FF.AA. con la Policía en acciones de patrullas, sobre todo en los barrios marginados o “carenciados”.

No es cierto que incorporar a los militares a las patrullas con la Policía denota una situación negativa que afecta al turismo, sino todo lo contrario, porque cuando el turista percibe un patrullaje compacto, ipso facto se siente protegido, seguro, confiado, y lo condiciona a volver a visitarnos.

Nuestros institutos armados con requeridos a ratos por la instancia del artículo 55 de la Carta Sustantiva para cumplimentar labores cívicas, reforestación, asistencia luego de fenómenos naturales, huracanes, terremotos, la propia Acción Cívica que suministra atención médica y odontológica, cobertura de frazadas, camas, catres y otras minucias conectadas con la pobreza que cada vez crece más y apenas se consigue atenuar, un descrédito para la democracia, palabra de origen griego que la componen demos, pueblo, y crato, poder, una mentira fácil de demostrar.

Porque el poder del pueblo solo se ejerce en las elecciones, nunca en ningún otro momento. ¿O hay otro?.

Las FF.AA. deben ser incorporadas de inmediato a las patrullas en las barriadas, campos, puertos, aeropuertos, que es lo que todos vemos cuando ingresamos a estos últimos en USA, militares o policías que guían perros amaestrados anti-drogas. ¿O no es así?

¿Denota ese patrullaje estado de emergencia en USA? Todo lo contrario, vigila y consigue reducir el crimen, que hoy nos desborda y con medidas tímidas la sensación en los delincuentes es que hay luz verde para incurrir en múltiples fechorías con levísimas sanciones, sobre todo si es partiendo de una gran mayoría de “jueces” que dictan sentencia de no ha-lugar existiendo en los expedientes pruebas contundentes y abrumadoras para condenar.

Una patrulla mixta de tres militares y tres policías comandados por un teniente o capitán de esta última institución, previamente entrenados al efecto por policías, pienso que proporcionaría los resultados que la población exige para un mayor índice de protección y confianza, hoy en ascuas, en una interrogante de suspicacia del tamaño de la República.

En situaciones parecidas se produjo el 23 de febrero de 1930 del siglo pasado el advenimiento del ya bastante conocido y poderoso jefe del Ejército, brigadier Rafael Leonidas Trujillo, por el estado de indefensión, desprotección, miedo, que permeaba la conciencia ciudadana de entonces, por donde se filtró el despotismo absoluto que signó el destino nacional por 31 años y siete meses.

Hoy la historia vuelve a ser la misma, como una calcomanía y ante la evidencia del fracaso de la partidocracia y un hombre nuevo, hay muy poco margen.

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