Fidel advierte Cuba «no le teme a nadie»

Fidel advierte Cuba «no le teme a nadie»

Por Mar Marín
La Habana, 26 ene (EFE).- No hay mejor lugar para un militar que el campo de batalla y eso debió pensar anoche Fidel Castro, que se presentó por sorpresa ante la Oficina de EEUU, su principal enemigo, para criticar a Washington y advertir que Cuba «no tiene miedo a nada».

Vestido con uniforme verde olivo, el presidente cubano se presentó en las obras que se realizan frente a la Sección de Intereses estadounidenses en La Habana (SINA), hoy el escenario de la nueva trifulca entre Cuba y EEUU, para supervisar el trabajo y, de paso, echar un vistazo a los mensajes que emitía la oficina estadounidense con citas del presidente George W. Bush, entre otros.

Ya entrado en faena, improvisó un encuentro con un grupo de corresponsales extranjeros para despacharse a gusto contra el «loco» de Bush, como se refirió al presidente de EEUU, y su oficina en La Habana.

Una oficina, dijo, que «la dedican a ingresar enormes sumas de dinero para promover la contrarrevolución y la desestabilización del país».

«Un Estado Mayor, un puesto de mando para dirigir la contrarrevolución aquí, es el papel que tiene la SINA. Es una empresa de contrabando, el año pasado vinieron más de cien toneladas, violando las normas internacionales y utilizando las valijas diplomáticas para traer cosas de contrabando», denunció.

«Cuando decidieron este disparate (la transmisión de mensajes), esta basura ante los ojos atónitos del mundo, no pueden tener otro propósito que una provocación para destruir estos tenues vínculos (con Cuba)», afirmó.

Pese las duras críticas que dedicó a la Sección de Intereses, puntualizó que nunca ha hablado de la posibilidad de cerrar la sede estadounidense en Cuba.

«A ellos hay que preguntarles qué pretenden hacer, ellos son los que montaron todos esto, los que empezaron las provocaciones, no van a saber de gratis qué vamos a hacer nosotros», comentó.

«Ellos han dado todos los pasos para romper, nosotros estamos denunciando esto ante el mundo para que no se pretenda culpar a Cuba», advirtió.

Estados Unidos «tiene el propósito de provocar la ruptura de esos vínculos mínimos de relaciones diplomáticas», insistió Castro, que dejó claro que «si se interrumpen las relaciones no perderíamos absolutamente nada».

Por si acaso, «nosotros estamos dando todos los pasos pertinentes, previéndolo todo para garantizar los suministros que este país necesita, para prevenir las contingencias», añadió el presidente, que denunció que Washington quiere «destruir» los vínculos económicos que existen entre La Habana y los empresarios estadounidenses que exportan alimentos a la isla.

También, indicó, «tienen el plan de romper los acuerdos migratorios» aconsejados por la «mafia» de Miami, como llama a los grupos del exilio cubano, y sus legisladores.

«Cometen un error muy grande con esta política porque no han sido capaces de detectar los cambios que se están produciendo en nuestro pueblo» y «cometen un error muy grande al tratar de impulsar las salidas ilegales porque eso viola las propias leyes de EEUU, están estimulando la violación de esas leyes», opinó.

«Lo que tienen es que suspender la Ley de Ajuste cubano, que estimula las violaciones de las leyes norteamericanas, estimula las entradas ilegales», insistió.

La Ley de Ajuste cubano es «algo absolutamente absurdo y en total contradicción con la batalla que Estados Unidos está tratando de librar contra la emigración ilegal, que es consecuencia de la pobreza y el subdesarrollo de América Latina», agregó.

Castro incluso bromeó sobre los periódicos rumores relacionados con su estado de salud para insistir en que «no temblamos, no tenemos (el mal de) Parkinson, ni mucho menos, y si lo tuviéramos, no importa».

Tras dar un repaso general a la política de EEUU, insistir en la fortaleza de la revolución y confirmar que Cuba participará en el Clásico de béisbol, Castro dio por concluida la visita sin aclarar en qué terminarán las obras ante la Sección de Intereses para responder a la última «grosera provocación» estadounidense, como La Habana se refiere a la emisión de mensajes desde la sede diplomática.

«No sé, se lo pregunté a los trabajadores y no me dijeron nada, pero si yo lo supiera no cometería la indiscreción de decirlo», bromeó antes de abandonar la zona en uno de los tres populares Mercedes negros de su comitiva. EFE

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