Fidel y Forbes, Forbes y Fidel

Fidel y Forbes, Forbes y Fidel

CHIQUI VICIOSO
Borrega, pensaba que la mafia, así como el Opus Dei, eran invenciones de afiebrados cineastas, como Francis Ford Coppola y sus Padrinos I, II y III, hasta que leí en Nueva York un reportaje sobre la captura del “último” jefe de la mafia, quien precisamente fue arrestado por un investigador italiano que le había seguido los pasos ¡durante 23 años!, cerca de su pueblo natal llamado, nada más y nada menos, que Corleone.

Ah Caray!, la mafia sí existe, me dije, observando el rostro de aquel campesino italiano, escondido durante años en una fábrica de quesos provolone, ante la bandada de periodistas que se traslado a Corleone para entrevistarle.

Ese mismo asombro he experimentado leyendo la última novela “Son de Almendra” de esa extraordinaria novelista cubana que es Mayra Montero, no sólo una maestra de la lengua (no hay recursos falsos en el lenguaje de sus personajes), sino un ejemplo de lo que es una escritora que practica su oficio, ya que dedica entre cinco y diez años de investigación para fundamentar los temas de sus novelas, cuando el sujeto de su ficción trasciende los linderos de su experiencia personal, o el de sus familiares. Entonces mezcla ficción con realidad y lo que logra, en términos de la convincente veracidad de sus tramas, es extraordinario.

Aunque he transitado por las destartaladas calles de La Habana Vieja y de Centro Habana, tratando de imaginar lo que era, el esplendor detrás de una arquitectura extraordinaria y unas avenidas que nada tenían que envidiar a las de cualquier gran urbe, nunca había podido reconstruir la vida de sus grandes hoteles: El Nacional, el Capri, el Riviera, el Sevilla, cuando eran propiedad de reconocidos mafiosos de Nueva York, Florida, Chicago y Las Vegas, y Meyer Lanski era algo más que el personaje de El Padrino II, que reparte la isla de Cuba entre sus colaboradores.

Los norteamericanos de entonces viajaban a esa Cuba a practicar golf, a “mulatear” y sobretodo a jugar en los grandes casinos, con sus máquinas traganickeles, las cuales eran propiedad de reconocidas figuras de la mafia como Sam Giancana, Frank Costello, Lucky Luciano, Vito Genovese, Meyer Lanski y el Coronel Fernández Miranda, cuñado de Fulgencio Batista, y jefe de la Guardia del Palacio, una policía secreta encargada de la seguridad de los casinos y que trabajaba con el Servicio de Inteligencia Militar (SIM), equivalente del tenebroso aparato de seguridad que operaba aquí en Santo Domingo, con el mismo nombre, durante la dictadura de Trujillo.

Además de la impunidad de los mafiosos, la función de la llamada “seguridad de los casinos, consistía en asegurarse de que las “comisiones” o tajadas que le tocaban al Presidente Fulgencio Batista, se correspondieran con las ganancias de los casinos y máquinas traganickeles. Un negocio que echaron a perder unos “barbudos” que bajo el liderazgo de Fidel Castro provocaron, entre otras cosas, que el casino del Habana Hilton, hoy Libre, cuya construcción se inició en el 1958 (motivo de guerra entre las mafias italiana y judía), permaneciera un sueño

truncado que quizás, algún día, podría retomarse en otras islas del Caribe. Y ¿qué tiene esto que ver con Malcom Steve Forbes, actual dueño de la revista FORBES, candidato a la presidencia por el Partido Republicano, colaborador de Ronald Reagan y miembro de la Fundación Presidencial que lleva su nombre; supervisor de las emisiones de las emisoras Radio Europa Libre y Radio Libertad hacia Europa, entre 1985 y 1993, y destacado colaborador de la CIA? Es que Forbes, como cerebro del informe titulado “Comisión para la Reconstrucción Nacional Cubanoamericana”, e impulsor de la doctrina de la guerra preventiva, como parte del “proyecto para el Nuevo Siglo Americano”, acaba de incluir a Fidel Castro entre los diez hombres más ricos del mundo y, como no hay un solo Banco, a nivel mundial, donde haya podido encontrar un solo dólar a nombre del Comandante o sus allegados, ha dicho que basa el cálculo de la fortuna

de Fidel en “las comisiones” que este debe haber recibido (y que él ha venido calculando progresivamente desde el 1998) de los “negocios “ del Estado Cubano con el exterior, sobretodo con el turismo.

Y, dentro de su lógica, Forbes tendría razón, porque en la Cuba que el conoce, a la que fue a jugar golf, o a jugar “blackjack”, las mafias le pagaban una comisión al Presidente de la República para poder funcionar libremente, y a sus ministros para asegurar la aprobación de sus iniciativas y su colaboración. Como Ronald Reagan, detenido en el tiempo de Marilyn Monroe, Tony Curtis, Joan Crawford, Edith Piaff, o Nat King Cole, todas luminarias de Hollywood que participaron en las inauguraciones de los grandes hoteles y casinos habaneros, el señor Forbes se detuvo en el tiempo. Vive en su tiempo, y jamás podrá entender el tiempo de los “barbudos”, esos que renunciaron no sólo a las “comisiones”, sino al pago de sus servicios (en el caso de Fidel, como abogado) desde muy jóvenes, en función de un ideal que hoy se traduce en una Cuba con una pobreza repartida, pero justa. La tragedia del Alzheimer tiene, como vemos, sus beneficios, y si (como creemos los dominicanos) las cosas se cogen de quien vienen, Fidel debería ver en esta nueva acusación, apenas un esfuerzo por echarle a perder la celebración mundial de su (80) cumpleaños.

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