Fidelio Despradel – Elecciones: ¡Es posible otro rumbo!

Fidelio Despradel – Elecciones: ¡Es posible otro rumbo!

La próxima semana son las esperadas elecciones. La sociedad desea un viento de alivio. Pero esa misma sociedad intuye que no hay alivio alguno en el horizonte. A pesar de que el pueblo nunca ha dejado de luchar, esa luchas nunca llegaron a acumular fuerzas suficientes para modificar la correlación de fuerzas sociales y torcer el rumbo fatal que los dueños del país y las cúpulas políticas le han impuesto a la República Dominicana: ¡No desde un año o dos atrás, sino a lo largo de varios lustros!

Ya dije, en el artículo anterior, que los dueños del país van a tratar de vadear el tollo que han creado, reciclando y reafirmando el modelo que nos ha conducido a este desastre. Pero una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja: Ahora que han eclosionado todos los males, los responsables y los actores que bailaron su ritmo en forma cómplice, no tienen forma de desenredar este tollo.

La izquierda, nueva vez participa separada y sin haber podido encontrar el rumbo para construir alternativas de recambio. ¿Qué nos queda? ¿Acaso la desesperanza, la resignación o el desanimo? ¡De ninguna manera!

¡Nunca ha sido tan urgente que se coaliguen todas las energías de los buenos dominicanos para contribuir a cambiar el rumbo del país! ¡Esa es nuestra gran tarea!

El 17 de agosto nos va a presentar uno de los dos escenarios posibles: o la maquinaria perredeísta se ha impuesto, viniendo desde abajo, al clamor expresado hoy en la consigna de «e pa fuera que van», o, por el contrario, las urnas se llenarán de votos morados y el candidato opositor pulveriza los sueños perredeístas. Pero en cualquiera de los dos escenarios posibles, los dueños del país y los responsables de turno, tendrán que intentar «contentar» al gran pueblo con circo y confetis, para ganar tiempo hasta que la crisis se estabilice, conservando intactos los perfiles del modelo impuesto al país, para que de esta forma la República Dominicana recupere la «estabilidad» perdida después de la orgía de quebraderas de bancos, consumismo desenfrenado, destrucción del aparato productivo, indiferencia, privatizaciones y dispendios propios de un modelo donde «don dinero» y el mercado lo determinan todo.

Ante este panorama, la izquierda y demás sectores progresistas de esta sociedad tenemos que empezar a actuar «con los dos brazos». Con un brazo, esforzarnos por construir los ejes de una propuesta política alternativa al país, profundizando en las características y raíces de este desastre, colocándonos en condiciones de debatir públicamente con los defensores del modelo las verdaderas causas del descarrilamiento nacional.

Y mientras avanzamos en esta dirección, con el otro brazo, debemos practicar la «unidad de acción», impulsar la práctica de «arrimar» o «juntar» los hombros, en cada lucha, en cada esfuerzo concreto.

Un ejemplo: ¿Cómo es posible que los jóvenes de «Ya Ta Bueno», y algunos de los más destacados defensores del medio ambiente, convocaran al país para frenar la iniquidad de los senadores y diputados de intentar aprobar una ley destruyendo el grueso de las áreas protegidas, y que el «resto» del país activo no se solidarizara militantemente con dicho llamado? ¿Qué pasaría, si todos los sectores progresistas (principalmente la izquierda), «sumara su hombro», alrededor de cada causa, cada vez que la vida se lo exigiera? ¡Sencillamente: estremeceríamos al país! ¿Y por qué ello no es posible?; Por estrechez; por el cáncer del vanguardismo, que se ha convertido en «cultura» al interior del sector progresista del país, y por no entender los caminos para construir alternativas.

Y en relación al «primer brazo»: ¿Qué pasaría si cada sector aceptara el reto de discutir las grandes propuestas que se están haciendo? Sencillamente: ¡Se enriquecería el debate alrededor de los problemas relacionados con la construcción de una propuesta alternativa! Estaríamos en mejor condición de combinar cada lucha concreta con una propuesta o consigna que apunte a: ¡Cambiar el Rumbo del país! y estaríamos en mejor condición de participar en el debate con los defensores de este modelo, arrinconándolos, como ya lo hicimos en la década de los 70s.

Así de simple está planteado el panorama hoy en día. La única luz posible en el momento actual es la que pudiera venir de los sectores progresistas, patrióticos y de izquierda de nuestra sociedad. Los que monopolizan la vida política del país solo ofrecen desesperanza o resignación al grueso del pueblo dominicano. ¡No hay salida desde el horizonte y la óptica de las cúpulas de los tres partidos «mayoritarios»! ¡Ellas representan la continuidad y profundización del modelo que ha generado el desastre que se nos ha venido encima!

¿Es posible un tal camino o determinación? ¡Claro que sí!

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