Fiesta de Reyes Vagos

Fiesta de Reyes Vagos

PEDRO GIL ITURBIDES
Filomenos estuvo rondando mi oficina desde que promedió el mes de diciembre. Deseaba que averiguáramos si la celebración popular de la Epifanía del Señor tendría lugar en fecha diferente a la fijada en el calendario litúrgico. Determinar esta minucia no figuraba en nuestra lista de prioridades, encontrándonos ocupados en asuntos de mayor envergadura. Filomenos, como todos ustedes saben, no es hombre que se tuerza ni doblegue con facilidad.

Poco antes de que cerráramos las oficinas al atardecer del 31 de diciembre, entró jubiloso con un papel en que figuraba claramente el escudo de la República.

-¡Mira la resolución, léela para que sepas que yo estoy en la cosa!

Y en efecto, allí figuraba clara y pelada la medida que movía al lunes 10 de enero, la tradicional entrega de juguetes de los días 6. Contra la que fue la casi perdida tradición de una parte de los cibaeños, que celebraron esa entrega con la recordación del nacimiento de Jesús, estábamos corriendo este festejo para el día 10.

-Es una medida genial, me señaló Filomenos. De este modo los juguetes duran hasta el año que viene, pues el 11 comienzan las clases y los muchachos no tienen tiempo de jugar. De esa manera se guardan nuevecitos y ese es un ahorro en estos tiempos de desbarajuste y contracción.

Absortos leíamos el papel de marras, mientras con su imparable verborrea Filomenos nos aseguraba que el paso siguiente es aún más ingenioso.

-¡Prepárate, porque el viernes Santo lo vamos a celebrar después del domingo de resurrección!

No tengo seguridad si lo dije o lo pensé. Sentía que la cabeza me daba vueltas pese a que no había ingerido ningún trago. Recuerdo únicamente que me aseguré a mí mismo que el viernes no puede ser tenido como un lunes, sea o no dentro de la Semana Santa. Pero no me atrevía a discutir con Filomenos, pues durante sus visitas a la oficina me había asegurado que la fiesta de Reyes se movería y ¡hete aquí que andaba con la prueba!

Cuando ya ponía el candado en la vieja y mohosa aldaba, le entregué el documento y quise balbucir alguna pregunta.

-Filomenos, ¿cómo supiste que la fiesta de Reyes habría de ser cambiada de la fecha de su histórica celebración?

-¡Qué pregunta! Los que vienen al país no son los Reyes Magos de oriente de los que habló san Mateo, sino unos reyes vagos cuyos orígenes todavía no han sido precisados. Tienen la particularidad de que siempre llegan tarde. De ahí que tengamos que rogarle a la vieja Belén para que los sustituya. Nunca traen prosperidad a la República como para que puedan entregarse juguetes sin que tengan que llorarse lágrimas de dolor. Y lo que dejan es una estela de deudas que se arrastra a lo largo del año. ¡Ya sabía yo que estos reyes vagos no vendrían el día 6!

Ante argumento tan contundente nada podía esgrimirse, y acabé por cerrar el candado. Pero quise hacerle una pregunta final a Filomenos:

-Entonces, comencé con enorme timidez y no poca vergüenza, ¿crees que los reyes esos…

-Los reyes vagos.

-Ajá, ésos, no traerán crecimiento, prosperidad y progreso a nuestro pueblo?

-Solamente si le pinchamos una goma a los camellos o se les olvida montar las árganas con las que andan. Lo normal, y te pido que leas la historia desde los días de la colonia, es que tras un año de frustratorias desazones llegue otro de resquebrajadas sinrazones. Si consiguiéramos darle un jumo a los reyes vagos, podríamos dejar su cargamento en el país, y, tal vez y sólo tal vez, podría cambiarse el tradicional rumbo de la historia. Pero esto es tan improbable como la posibilidad de que un día imperen la equidad, la justicia, el progreso y la libertad plenas entre nosotros.

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