¿Fiestas?

¿Fiestas?

La fiesta es “diversión o regocijo dispuesto para que el pueblo se recree. Reunión de gente para celebrar algún suceso, o simplemente para divertirse”, dice el diccionario de la Real Academia de la Lengua.  El diccionario de Sinónimos dice que fiesta es guateque, celebración, convite, velada, reunión, juerga, verbena, espectáculo, festejo.

Antes se decía Felices Pascuas y Próspero Año Nuevo ahora, lo actual, es decir: Felices Fiestas. Las Navidades eran un espacio en el cual, cerradas las escuelas de todo nivel, la muchachada se divertía en las calles hasta la hora que le permitían en casa.

La Nochebuena era una fiesta de colores, olores, sabores, sonrisas, música y triquitraques. Entonces la gente era más solidaria  y  los villancicos eran una hermosa tradición que hablaba de la continuidad.

El mundo gira y cambia. Nada es igual a la misma hora de mañana que lo que fue hoy. Es cierto, el mundo cambia y pero hay que continuar el esfuerzo a fin de  que el mundo cambie para mejor.

Antes la fiesta incluía disparar algunos tiros al aire, en señal de contento y nadie sabe cuántos miles de cohetes, montantes y otros fuegos artificiales,  porque la alegría es ruidosa, sonriente, tiene movimiento, color, calor y manifestaciones de hermandad.

Nada acerca más que el sonido de una bella pieza musical, tampoco nada llama tanto la atención como el estallido de un disparo, el retumbar del disparo de un cañón.

Disfruté de la llegada del 2012 frente al televisor. Asistí a la llegada del año nuevo en Australia, cuyo teatro de la ópera se iluminó con los fuegos artificiales. En China los fuegos sacaron de la noche el Palacio Imperial. En Alemania la puerta de Brandenburgo se llenó de luces, colores, alegría. Corea del Sur y Japón no se quedaron atrás, también en Italia, en Francia.

En España brilló la alegría cuando el reloj de la plaza madrileña colocó sus dos agujas en la medianoche, bulliciosa, alegre.

En Estados Unidos, en Times Square un millón de personas vio caer la bola de miles de colores que baja al compás de las doce campanadas que cambian el año. En México, Brasil, Venezuela, la misma alegría, el mismo despliegue de imaginación que llena el cielo del colorido de miles de estrellas luminosas que estallan para alegría de todos.

En Chile sí que la botaron: en Valparaíso el espectáculo de luces multicolores y multiformes y el  estallido de fuegos artificiales tuvo una duración de una hora.

Este gobierno cambia hasta la costumbre de celebrar el año nuevo con fuegos artificiales.

También se robaron la alegría.

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