SUIZA. AFP. Desde las estrellas como Neymar, Iniesta o Pirlo hasta el portero de la selección de Tahití, todos los jugadores de la Copa de Confederaciones se verán sometidos a un análisis escrupuloso de su pasaporte biológico, una medida con la que la FIFA quiere atajar eficazmente el dopaje.
Después de años de investigaciones científicas, la FIFA ha decidido enriquecer con este instrumento su dispositivo antidopaje, empezando por este torneo, previsto del 15 al 30 de junio en Brasil. El pasaporte en cuestión ofrece indicios de dopaje en un deportista si se observa una fluctuación anormal de sus parámetros biológicos.
Así, los habituales controles de orina y sangre no servirán sólo para detectar la presencia de productos prohibidos, como fue el caso en el Mundial de Sudáfrica-2010, sino también para establecer los perfiles biológicos de cada jugador de la Copa de Confederaciones.
El fútbol ve el pasaporte biológico como un medio, a largo plazo, de optimizar los millones de dólares invertidos cada año en controles, que apenas desembocan en unos pocos casos positivos, la mayor parte de las veces por cannabis.
«Ha llegado la hora de cambiar de estrategia», insiste el médico en jefe de la FIFA, Jiri Dvorak, en una entrevista la AFP.
«La gente no se da cuenta del dinero que el mundo del deporte invierte cada año en la lucha contra el dopaje. Pero la pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos gastando ese dinero de forma eficaz y disuasiva?»
Por eso, según él, la FIFA dio un «paso decisivo» probando un aspecto del pasaporte biológico, el «pasaporte esteroidiano», en los mundiales de clubes de 2011 y 2012, con la colaboración del Chelsea, el Santos, el Corinthians, el Barcelona y otros equipos clasificados. «En esos dos mundiales de clubes ningún jugador presentó variaciones, así que no nos preocupamos», explica el médico.
Objetivo: animar a las grandes ligas nacionales. En la Copa de Confederaciones y en el Mundial de Brasil-2014, el pasaporte de los jugadores tendrá esta vez dos componentes.
El primero será el módulo sanguíneo, que consiste en seguir parámetros como el hematocrito o la tasa de reticulocitos, para poner en evidencia el uso de EPO, transfusiones de sangre y otros métodos destinados a mejorar la resistencia. El otro componente será el módulo esteroidiano, que medirá los esteroides anabolizantes y los andrógenos expulsados en la orina.
Y aunque de momento el pasaporte biológico se limita a los grandes torneos de la FIFA, la instancia dirigente del fútbol mundial quiere en el futuro «animar a las grandes federaciones como España, Inglaterra, Italia, Alemania, Francia y Brasil a formar parte del pasaporte biológico».
«Si las ligas están de acuerdo en formar parte, las cosas serán mucho más fáciles», sostiene Jiri Dvorak.
Su idea es que sometan a más de 1.000 de sus jugadores a dos o tres exámenes al año, para establecer los perfiles biológicos.
«De esta forma tendríamos la imagen completa del año, y en los partidos podríamos concentrarnos en ciertas sustancias como los estimulantes, lo cual facilitaría los procedimientos», explica el doctor Dvorak.
«A largo plazo, este sistema podría resultar más eficaz, más disuasivo y ayudar a reducir los costes», destaca el médico.