Figuras merecen reconocerlas con nombres calles y avenidas

Figuras merecen reconocerlas con nombres calles y avenidas

Ivonne Haza

El galardonado historiador, escritor, antologista y difusor cultural José Alcántara Almánzar incluyó en sus propuestas otras figuras que merecen ser reconocidas con calles y avenidas de la capital dominicana.
Lupo Hernández Rueda.

Nació en Santo Domingo en 1930, donde falleció en 2017. Desarrolló una importante obra en dos vertientes: el derecho y la literatura. Se graduó Doctor en Derecho en la Universidad de Santo Domingo en 1954 y ejerció con éxito su profesión, convirtiéndose en uno de los laboralistas más notables y de mayor prestigio en el país y la región, fundador de un bufete de abogados en el que trabajan algunos hijos. Creó una serie de publicaciones sobre temas laborales que hoy son consulta obligatoria entre académicos y especialistas en la materia.

Como escritor se inició con el grupo la “Generación del 48”, del que llegó a ser cronista, y con su primo Manuel Rueda publicó una valiosa “Antología panorámica de la poesía dominicana 1912-1972”. Era apacible, un profesional respetable, lo que le permitió establecer relaciones armoniosas con los de su grupo generacional y con el resto de la intelectualidad nacional. En 1998 fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura por toda su obra publicada hasta entonces.

Ivonne Haza.

“La diva dominicana”, como reza el título de su biografía, cantante de grandes éxitos en escenarios nacionales y extranjeros, nació en San Pedro de Macorís en 1938 y falleció en Santo Domingo en 2022. Desde niña dio muestras de su talento musical y sus aptitudes para el canto. Después de sus estudios musicales iniciales en el país viajó a Roma, Italia, donde perfeccionó su arte en el Conservatorio Santa Cecilia.

A su regreso se convirtió en figura de primer orden en espectáculos de música clásica, bajo la dirección de afamados directores de orquestas locales y foráneos, como solista o acompañada de otros artistas, tales como Manuel Rueda, al piano, y Arístides Incháustegui, tenor, compañero de numerosas actuaciones, recitales, óperas, tanto aquí como en el exterior.

Muy joven casó con el arquitecto Víctor Bisonó, padre de sus hijos Vilma, Víctor, Marcos y Rita. Su carrera como profesora de canto y difusora de la música dominicana de calidad pocas la superan, habiendo formado a otros artistas y grabado discos compactos en los que proyectó lo mejor del arte musical nacional.

Santiago de la Fuente, S.J.

Nació en Betanzos, La Coruña, en 1938. Desde muy joven mostró su sensibilidad religiosa, intelectual y social. Realizó primeros estudios en Peritaje Mercantil y luego de filosofía en la Universidad Pontificia de Comillas de Santander. En el noviciado de la Compañía de Jesús inició en 1957 los sacerdotales para proseguirlos en Cuba, hasta su retorno a España en 1960. Allí terminó licenciatura en filosofía y en 1963 llegó a Santo Domingo, integrándose al Colegio Loyola.

Durante 1965 y 1968 hizo licenciatura en teología y master en Educación en la Universidad Loyola de Chicago. Fue ordenado sacerdote en Betanzos, a los 38 años. En 1968 retornó a Santo Domingo, reintegrándose al Loyola como profesor y orientador espiritual dando muestras de su compromiso religioso y social. De esa etapa son sus obras de texto “Geografía dominicana”, “Geografía física y Geografía dominicana para bachillerato”, así como su investigación “El río Bao y su área de influencia” y “Educación para el desarrollo”. Falleció a los 74 años en Manresa. Loyola, en 2012.

José Ángel Buesa.

Nació en Cruces, Cuba, en 1910 y falleció en Santo Domingo en 1982. Extraordinario poeta popular de enorme difusión en sus años de apogeo lirico y después de su muerte. Estudió con los Hermanos Maristas en Cienfuegos y luego se radicó en La Habana, donde publicó primer poemario a los 22 años. Su poesía resultaba contagiosa, adecuada para declamación. Era un maestro en el dominio del ritmo y del verso rimado.

En 1933 escribió “Misas paganas”, al que siguieron otros de mucho éxito, hasta sus “Poemas prohibidos” en 1956.

Dio a la luz antologías que lo proyectaron entre aficionados a la poesía y la declamación. Tras la Revolución Cubana emigró en 1961 a España, luego a El Salvador y a Santo Domingo donde fue catedrático de la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña y director de la imprenta y de la revista “Aula”. En un concurso de la Comisión de Efemérides Patrias fue premiado por su “Canto a Duarte”.

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