Filosofando levemente sobre arte

Filosofando levemente sobre arte

No hay que asustarse si uno menciona a Kant, refiriéndose a su Crítica de la Razón  Pura. En un artículo periodístico no hay espacio para honduras complejas.

Sólo mencionaré que Kant  llama Estética Trascendental a la sensibilidad separada del entendimiento “con el fin de quedarnos sólo con la intuición pura y con la forma del fenómeno, que es lo único que la sensibilidad puede dar a priori” (Crit. Razón Pura, B 36/A 22).

Habrá  que pensar un momentito para atrapar la idea, pero se trata de   un tránsito breve.

La sensación. Todo artista busca impactar, producir una sensación. Para el artista vanguardista su labor tiene características de misión. De misión con su tiempo.

Los vanguardistas del pasado siglo descubrieron la novedosa realidad de que el arte no se limitaba a lo producido en Europa y el Lejano Oriente desde el 500 a.C. Mirando con atención y sentimiento abierto se enteraron de que las máscaras talladas por los caníbales eran obras de arte, que las figuras femeninas de  las islas  Cícladas, dos mil años antes del ateniense Fidias  también eran obras de arte, y que  la producción indígena precolombina,  también lo era.

Pero creo que se nos ha pasado la mano. La fácil aceptación de lo novedoso, de lo golpeante, de lo incomprensible, nos roba el raciocinio, nos asusta, tememos aparecer como vejestorios incapaces de discernir y valorar con abierta sensibilidad.

Y es aquí donde muchos artistas, por engañarnos, se engañan a ellos mismos.

Es que todo ha cambiado: Cuando Picasso,  Matisse, y Modigliani fueron influidos por el arte africano, cuando los surrealistas se apasionaron por el arte de los Mares del Sur, cuando lo fue Giacometti por el arte egipcio, Klee por el arte musulmán… tantos por el sutil arte chino… se trataba de una búsqueda de universalidad, de cercanía en la lejanía.

Era un ejercicio de honestidad.

He visto el trabajo de  honestos pintores cubanos contemporáneos reflejar o denunciar simbólicamente la opresión del régimen Castrista. Lo hacen muy bien, pero el tema es obsesivo los apresa.

No es que sean deshonestos comerciantes. Expresan un dolor verdadero.

Es que una dictadura feroz es un tránsito maldito. Un circuito cerrado.

Recordemos que las dictaduras no se heredan y que ellas se pulverizan junto a los huesos   en abandonadas tumbas.

El arte debe ser (así lo fue) un testimonio y un reflejo trascendente de realidades de su  tiempo.

Las llamadas “instalaciones” que presentan afamadas galerías mundiales en amplios espacios, me parecen (con pocas excepciones) tomaduras de pelo.

André Maurois nos dejó dicho que “Todo el arte estriba en aproximar la realidad al sueño”.

Así lo creyeron y lo creen muchos grandes artistas.

¿Pero es que hoy, para algunos, las realidades y los sueños han enloquecido?

 Los artistas tienen el deber de encontrar un “idioma” que exprese lo que sucede en este tiempo.

¿Es lo mismo de antes, pero en otra forma?

¿Se trata del fuerte siempre dominando al débil?

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