Filosofía y hartazgo de mentiras

Filosofía y hartazgo de mentiras

POR JACINTO GIMBERNARD PELLERANO
Como abejas junto a un panal golpeado, así vuelan, revolotean zumban, agobian y desesperan los dolores y quejas ciudadanas, a causa de las locuras (si son tal cosa) gubernamentales. ¡Sólo Dios puede saber hasta qué punto me disgusta y entristece que la política y no al trabajo sea la actividad y la meta del pensamiento nacional!

El Gobierno es una cosa inmensa, una criatura descomunal, un monstruo marino como es descrito en el Libro de Job, como el Leviatán, que utilizó el filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679) para su concepción del Estado que, contrariamente a Aristóteles, que lo consideraba «natural», Hobbes lo entiende como una «convenant» o convención, acuerdo. A pesar de ésto, los dos filósofos -tan distantes en el tiempo- estiman que el Estado es tanto natural como convencional, resultado de acuerdos convenientes para las mayorías.

Hobbes dice que por el arte del Creador surge el Leviatán, llamado «Commonwealth» /o «State» (en latín Cívitas), pero que este ser, no es sino un «hombre artificial, aunque de gran estatura y fuerza mayor que la natural en el hombre común, para cuya protección y defensa fue «intended», destinado».

Hobbes elaboró su filosofía como una «filosofía de los cuerpos y de los movimientos (mecánicos) de los cuerpos», influído por la mecánica de Galileo. Así llegó a una visión mecanicista del mundo, según la cual lo  único que hay son «cuerpos» en movimiento. Los cuerpos naturales y los cuerpos sociales.

Pero dejemos tranquilo a Hobbes.

En realidad todo se mueve, aunque sea usualmente para caer más o menos en lo mismo, como entendía Schopenhauer: «Eadem, sed áliter». Lo mismo, de otra manera.

Nos ahoga la desesperanza, a pesar de tener la esperanza de nuevas situaciones con un gobierno prudente, cauto y reflexivo como millones de dominicanos esperan de la administración /entendida como tal, como manejo de  recursos ajenos) presidida por Leonel Fernández.

Creo que desde los tiempos mitológicos de los doce trabajos que le encomendó Euristeo, rey del Peloponeso, a Hércules, el más famoso de los héroes de la antigüedad, nadie, como Leonel (ojalá el nombre le sirva de ayuda), tendrá que matar la Hidra de Lerna, vencer a los centauros, encadenar al toro de Creta y especialmente libertar a Prometeo, entre sus doce trabajos terribles, temibles y riesgosos.

Vivimos tiempos de urgencias, y si bien el consenso es prudente y sabio, ha de recordarse que los bramidos de las disensiones, empujadas por la diversidad de intereses, pueden ser interminables e inaguantables para una población desesperada que, con el gaznate apretado hasta el punto de que apenas puede respirar, tiene que vivir el que se gasten millones de dólares (prestados, como es lo habitual) para adquirir helicópteros que puedan formar una Caballería Aérea en este país tan extenso y cargado de zonas inaccesibles que requiere de tan costosa tecnología transportista, mientras en los hospitales se muere la gente, o agoniza espantosamente, porque los tales hospitales no son sino depósitos transitorios de la miseria humana, aunque el incalificable Secretario de Estado de Salud diga que todo está bien, que existe abundancia de todo y que los médicos son unos «ñoños». El Presidente Mejía, ante las dramáticas carencias hospitalarias, no las afrenta, no las corrige: inauguró en estos días un nuevo depósito de indigentes que morirán ante la indiferencia oficial.

No obstante, el Presidente de la Asociación Médica Mundial, el suizo James Appleyard acaba de manifestar «suma preocupación» por la situación del Hospital de Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, diciendo que su principal problema es estructural y de falta de recursos, a la vez que considera que los médicos dominicanos, esforzadamente, evitan muertes masivas. A la Secretaría de Educación le suspenden nuevamente el servicio telefónico por falta de pago, pero la encargada de esa cartera, la vicepresidenta Ortiz Bosch declara que la Secretaría tiene una reserva de diez mil millones de pesos «con financiamientos internacionales, por supuesto).

¿No es desconcertante y espantable lo que sucede?

En los gastos militares sí que se tiene la sospechosa mano abierta.

Empezó temprano. En 2001, una decena de generales que hicieron campaña por el Partido Revolucionario Dominicano fueron reintegrados. Desde entonces, los recursos formidables para las Fuerzas Armadas, cuando no estamos en guerra con nadie, ni lo vamos a estar, porque la realidad internacional, la mirada tremenda del águila norteamericana en defensa de sus intereses, la atención de los países poderosos de todas partes, (esos mismos que impidieron el éxito de maliciosos planes reeleccionistas de Mejía) no van a permanecer indiferentes e inactivos ante un insoñable conflicto bélico que envuelva a la República Dominicana.

En las complejidades de la Globalización, todo el mundo es importante.

¿No afecta al mundo la fuerza constructiva de China y su demanda de materiales para realizar obras inmensas?

Nosotros estamos en el patio de los Estados Unidos. Ya lo ha dicho Leonel. Importamos.

Quienes cuenten con una indiferencia norteamericana ante nuestros problemas, están perdidos.

Ciertamente estamos hartos de mentiras.

Ahora Mejía afirma que el próximo gobierno encontrará la economía con dificultades «pero bien».

Se me ocurre que, en verdad, dinero no falta… uno lo ve en los dispendios. Lo que falta es honestidad, decencia y patriotismo.

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