Fin a los privilegios

Fin a los privilegios

A los legisladores les otorgan dos exoneraciones abiertas por año para importar vehículos de motor. Es un privilegio irritante porque la exención ilimitada es fruto de una resolución que los legisladores aprobaron para su propio beneficio. El otro punto es que representan un sacrificio fiscal que no hay manera de poder justificar, porque esas exoneraciones, que deberían ser intransferibles, terminan siendo vendidas a terceros. En el caso particular de los senadores, a las exoneraciones hay que sumar el desacreditado “barrilito”.

 Tommy Galán, senador por San Cristóbal, ha  sometido un proyecto de ley que pretende limar un poco la aspereza de estos privilegios. Su propuesta es limitar a un tope de 50 mil dólares las exoneraciones  para  importación de vehículos para los  legisladores, y reducirlas a  dos durante el período constitucional de seis años habilitado para unificar las elecciones congresuales y municipales con las presidenciales.

Nos parece oportuno aprovechar la iniciativa del senador Galán para eliminar de una vez por todas los privilegios en el Congreso. Las exenciones deberían ser sustituidas por facilidades de crédito deducibles del sueldo base, gastos de representación, dietas, plan de ayuda, fondo social y pago  por asistir a sesiones de comisiones. Está bueno ya  de tantos privilegios con cargo al erario.

Cuestionamiento cara a cara

Algo que probablemente no estaba entre las expectativas de la Cámara de Cuentas era que en la misa de acción de gracias oficiada con motivo de su 155 aniversario, el oficiante, monseñor Amancio Escapa, iba a cuestionar tan fuertemente la labor de ese organismo. Cuestionamiento que, dicho sea de paso, recoge no solamente la percepción de terceros sobre lo que hace o deja de hacer este organismo, sino la que ha tenido el propio obispo.

Proviniendo este cuestionamiento de una autoridad moral tan alta como es la de un pastor del rango de monseñor Escapa, lo que cabría es que la Cámara de Cuentas entrara en una introspección crítica para analizar, y por supuesto corregir, las desafortunadas acciones u omisiones que le han granjeado tan pobre reputación. Con monseñor Escapa crece el número de dominicanos que considera que la fiscalización de las cuentas públicas debe arrojar como resultado algo más que silencio.

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